El pasado jueves, un portavoz del SUP que no quiso identificarse -un primer detalle, éste del anonimato- declaró a la prensa de Arrecife (Lanzarote) que la segunda autopsia realizada al cadáver del súbdito guineano Antonio Augusto Fonseca «aporta sólo una información más».
Ya tenemos otro error, además de lo del anonimato: esa autopsia puede ser muchas cosas, pero en absoluto «una información más». O está bien hecha o está mal hecha. En el primer caso, da un vuelco completo al caso. En el segundo, no lo alteraría en nada.
El ignoto portavoz del Sindicato Unificado de Policía pide respeto para los funcionarios del Estado en Arrecife. Tercer error. Aquí no se trata de «los funcionarios», sino de determinados funcionarios. Y si hay funcionarios que no aprecian lesiones en un cadáver cuando están bien a la vista, o que insinúan que pueden haber sido causadas después de producirse el óbito, como hizo anteayer el comisario de Arrecife, demostrando con ello tanta mala fe como ignorancia -las heridas que se producen a un organismo ya muerto presentan un aspecto totalmente diferente al de las causadas a uno vivo-, entonces el respeto sobra.
Mostró también el portavoz del SUP su «malestar» y su «dolor» por la «utilización política» que, según él, se está haciendo del caso, con el que se está tratando -dice- de «neutralizar políticamente la reforma de la Ley de Extranjería». Qué barbaridad. En primer lugar, no habría estado de más que hubiera empezado por manifestar su «malestar» y su «dolor» por el hecho de que ha habido un muerto. El lapsus lo retrata. En segundo lugar, parece que ni siquiera es capaz de imaginar que haya gente que se sienta horrorizada por lo sucedido, con independencia total de la Ley de Extranjería.
Pero el punto culminante de las declaraciones del anónimo vocero del SUP llega cuando afirma que «aunque nadie lo quiera decir, en la comunidad de personas negras (sic!) que viven en Lanzarote hay casos de delincuencia». ¿Qué trata de dar a entender con ello? ¿Que Antonio Augusto Fonseca no era tan inocente? ¿Justificaría eso tal vez que se le golpeara? ¿Tendría menos importancia su muerte? Item más: ¿no hay delincuencia «en la comunidad de personas blancas que viven en Lanzarote»?
Lo peor -con ser horrible- no es que haya polícias capaces de ensañarse con un detenido hasta matarlo. Mucho más grave es que haya un sindicato que, lejos de plantearse si debe exigir el castigo de unos colegas desalmados, cierra filas con ellos.
Lo primero podría ser un hecho abominable, pero más o menos aislado. Esto segundo, en cambio, cobra tintes de fenómeno social.
Como tal parece que habrá que afrontarlo.
Javier Ortiz. El Mundo (26 de agosto de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de agosto de 2012.
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