No entiendo. ¿Por qué supone un «salto cualitativo» en la crisis de Oriente Medio que unos terroristas de Hamas maten a 26 jóvenes israelíes y, a cambio, no tiene nada de cualitativo que el Estado de Israel responda matando a muchas más personas, en absoluto relacionadas con los autores de los atentados?
¿Las vidas de los ciudadanos israelíes son cualitativamente más valiosas que las de los ciudadanos palestinos? ¿En función de qué baremo? ¿De acuerdo con qué ley, declaración o tratado internacional?
Sigo preguntando: ¿qué clase de legalidad sustenta las incursiones militares aéreas y terrestres israelíes en el territorio autónomo palestino? ¿Qué base jurídica respalda que se bombardeen las dependencias de la Autoridad Nacional Palestina con fines intimidatorios, realizadas declaradamente no porque se pretenda que Arafat tenga relación material alguna con los atentados, sino para conminarlo a actuar con más determinación en el sentido que el Gobierno hebreo desea?
Pregunto otrosí: ¿por qué se tolera que el Ejecutivo de Sharon, que cuenta con leyes que autorizan la tortura –¡que autorizan la tortura!- dicte al mundo lecciones sobre a quiénes debemos los demás considerar terroristas y a quiénes no?
Continúo: ¿por qué ningún Gobierno europeo pone objeción alguna al hecho de que George W. Bush declare que las agresiones homicidas ordenadas por el Gobierno de Tel Aviv son correctas, porque Israel «tiene derecho a defenderse»? ¿Qué clase de argumentación es ésa? ¿Tendría España derecho a bombardear el territorio francés y a destruir el helipuerto presidencial de Jacques Chirac y la sede central de la Sûreté Nationale argumentando que el comando tal o cual de ETA procedía del país vecino y que algunos de sus integrantes eran de nacionalidad francesa? ¿De cuándo a aquí los Gobiernos son penalmente responsables de los actos de sus nacionales?
Ahora ya no pregunto, sino que afirmo: mis simpatías por Arafat y su Gobierno son nulas. Sé que su Policía tiene espacio fijo en todos los informes anuales de Amnistía Internacional, y doy por hecho que con sobrados motivos. Me consta que son unos politicastros de dudosísimos principios y de fines todavía más oscuros. Pero no confundo las tribulaciones de Arafat con las desdichas del pueblo palestino. Y, sobre todo, sé que los del otro bando hace años que han pasado ya del castaño oscuro –el color de las bestias pardas– para abrazarse al negro total de las SS. Con el beneplácito y las armas de Washington. Y con la complicidad inane de la UE. Con nuestra complicidad, en suma.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social y El Mundo (5 de diciembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 30 de junio de 2017.
Comentar