Se reunió ayer en Madrid en acto público un Tribunal Internacional de Opinión para Juzgar la Deuda Externa desde la perspectiva del Estado español. El Tribunal contaba con jueces, acusados, testigos y un jurado popular. No voy a proporcionar aquí la relación de todos sus integrantes, ni a dar cuenta de lo que se dijo, ni tampoco a reproducir la sentencia, porque sería muy largo y porque quien quiera podrá leerlo con detalle en quiendebeaquien.org.
A mí me tocó formar parte del jurado popular. Mi intervención -para la que contaba con 5 minutos, pero hice más breve a la vista de que casi todo el mundo había excedido ampliamente su tiempo de palabra y se nos había hecho muy tarde- fue la siguiente:
«En consonancia con el espíritu de este Tribunal, es mi deseo hacer donación a fondo perdido de una parte del tiempo que me ha sido asignado.
»Como miembro del jurado, apoyo el veredicto de culpabilidad para los acusados. Pero quiero que figure entre ellos otro culpable más que aquí no ha sido citado. Me refiero a los grandes medios de comunicación.
»Estos influyen de muy diversos modos en todo lo que aquí ha sido denunciado a lo largo del día de hoy. Pero hay un uno cuya mecánica no es muy conocida. La describiré brevemente: las grandes multinacionales, los grandes tinglados financieros, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial financian de manera sistemática la realización de estudios supuestamente académicos y técnicos cuyos resultados, una vez elaborados a gusto de quien los ha pagado, se hacen llegar a los grandes medios de comunicación, que los presentan al gran público como si fueran ciencia pura y aséptica, creando en las sociedades de los países comparativamente ricos la idea de que las cosas son más o menos como pueden ser, si es que no como deben ser.
»Los medios de comunicación occidentales no se limitan a manipular los criterios y los sentimientos de la ciudadanía de los países desarrollados. Sus tentáculos (grandes cadenas de televisión, grandes agencias de noticias, grandes firmas de opinión, etc.) condicionan también los medios de comunicación del Tercer Mundo, tratando de sembrar a través de ellos la resignación y el fatalismo entre las propias víctimas.
»Se llega así a la paradoja de que no sólo las poblaciones de los países del Norte consideran que cualquier problema suyo es más importante y más urgente que cualquier otro surgido en cualquier otra parte del mundo, sino que incluso los propios medios de comunicación del Tercer Mundo también se acomodan a esa jerarquía.
»Es una maquinaria muy bien engrasada y muy bien estudiada.
»Existe el riesgo de pensar que lo que afrontamos es un error, una disfunción, y que lo que se impone es convencer al FMI, al Banco Mundial, a los poderes financieros internacionales para que se comporten conforme a los cánones de la justicia. Pero a lo que nos enfrentamos no es a una disfunción del sistema, sino a un sistema que funciona muy bien, sólo que al servicio de sus propios fines. La cuestión esencial no es convencerles, sino vencerles, forzarles, obligarles a soltar la cartera.
»Por todo ello, y como voto particular añadido dentro del veredicto del jurado, solicito al Tribunal que añada una condena explícita del papel de los grandes consorcios de la comunicación en el mantenimiento de la situación de desigualdad económica que padece el mundo.»
Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de octubre de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de octubre de 2009.
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