Siempre me he cachondeado del fácil expediente al que recurren muchos periodistas cuando sucede algo que no encaja en sus esquemas mentales: dicen que se trata de un hecho «de consecuencias impredecibles»... y a correr. Con alegre desenvoltura, responsabilizan al propio fenómeno de su incapacidad para predecir (o de su nulo deseo de darle al magín). «Que tú seas incapaz de imaginar lo que puede ocurrir no quiere decir que sea imposible, hijo», suelo pensar para mí cuando les oigo echar mano de la manida muletilla.
Pero héteme aquí hoy en esa denostada tesitura, dándole vueltas a la decisión del Tribunal Supremo de anular la práctica totalidad de las candidaturas de AuB e incapaz de predecir a qué situación nos llevará con ello. Empujado a decir que estamos ante un hecho «de consecuencias impredecibles».
Algunas cosas sí cabe pronosticar, de todos modos.
Si el Tribunal Constitucional no lo remedia -y no parece muy proclive a hacerlo-, el 26 de mayo el mapa electoral de Euskadi presentará un agujero considerable: algo así como el 15% de los electores se quedará sin representación en los ayuntamientos y diputaciones.
El agujero será de esas proporciones, en todo caso, incluso aunque una parte de la base electoral de la izquierda abertzale desoiga la consigna de depositar en las urnas la papeleta de AuB (lo que, a efectos prácticos, anulará el voto) y decida finalmente votar a otras candidaturas. Aún en ese caso -insisto-, el resultado electoral falseará la realidad social, porque la representación electa no reflejará las opciones políticas de los votantes.
Impedir que pueda expresarse a través de los cauces de la representación institucional ese elevado porcentaje de la población -cuya importancia cualitativa supera en mucho a la cuantitativa, porque incluye a algunos de los sectores sociales más dinámicos y con más presencia en la vida pública- equivale a abocarlos a hacerse notar y a tratar de influir en la evolución de los acontecimientos por otras vías. Equivale, en suma, a sacar a la calle también las tensiones que se vivían -y se quedaban- en las corporaciones locales.
La posibilidad, nada fantasiosa, de que una parte considerable de la izquierda abertzale decida abstenerse o votar nulo provocará un cambio formal de la relación de fuerzas existente entre los partidos autodeterministas (nacionalistas + EB-IU) y anti-soberanistas (PP + sector mayoritario del PSOE + UA). Estos últimos pueden encontrarse con mayorías electorales artificiales que les permitan constituir gobiernos locales carentes de respaldo social mayoritario. Tal circunstancia, genuinamente antidemocrática, puede extender la crispación a las bases sociales del tripartito, empujándolas a mostrar su indignación por cauces no necesariamente ortodoxos.
Decía antes que las consecuencias de la decisión del TS de anular las candidaturas de AuB y similares son «impredecibles». No es del todo exacto: puede predecirse que va a generar una importante crispación. Lo que resulta difícil saber es si será una crispación de cien, de quinientos o de mil pares.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (4 de mayo de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de mayo de 2017.
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