Como parece obligado en esta sección escribir algo sobre (o contra) la Navidad -al modo de las redacciones del colegio, en las que el tema te venía dado-, no seré yo el que rompa la norma, que a mí a normal no me gana nadie.
En realidad me sobran las ideas: podría escribir un buen puñado de columnas. Tengo los apuntes. Me bastaría con desarrollarlos.
Veamos. Primer artículo posible: dice el CIS que hay ocho millones de españoles a los que la Navidad les deprime. Apuesto a que se trata de gente que ya estaba deprimida -o deprimible- de antemano. La Navidad, en sí misma, no es ni deprimente ni exaltante. Es un tiempo en el que buena parte de la población, aficionada al festejo a plazo fijo, se alegra a base de prácticas de discutible inteligencia. Bueno: lo que hace el resto del año tampoco es como para pasmarse. La gente que se deprime ante esa alegría ajena debería preocuparse más de su propia salud mental que del jolgorio exterior. De alcanzar un mayor equilibrio psicológico, se lo tomaría con más tranquilidad.
Segunda posible columna: este diario da hoy una serie de normas para no pasar la Navidad solo. ¿Y qué tiene de malo pasar la Navidad solo? Lo sé por propia experiencia: es un modo muy satisfactorio de afrontarla. Claro que, para eso, hace falta que la soledad sea fruto de una elección personal. Distinto es si nos resulta obligada. Pero el que se ve solo en Navidad contra su deseo no tiene un problema exclusivo del periodo navideño. Lo suyo es más grave y, sobre todo, más duradero. No le resolvemos gran cosa dándole una receta que caduca a los 15 días. Debemos enseñarle a relacionarse.
Tercera hipotética columna: sobre la lotería. Jugoso asunto que, de hecho, podría subdividirse.
Una columna podría tratar sobre las muy misteriosas razones por las que el personal se empeña en que le toque la lotería precisamente en Navidad. Cien millones a mediados de marzo son igual de valiosos que a finales de año. ¿Que los premios son menores? También los décimos más baratos. Compras más, y tanto da. ¿Por qué ese furor navideño? Es más que un sorteo: es un rito.
Otra de loterías: ¿y quién dice que al que le toca un montón de millones sale ganando de verdad? A ser millonario se aprende poco a poco: no es algo que se improvise. También requiere aprendizaje para los demás: los que te rodean tienen que asumir, como algo natural, que eres rico. Un buen taco de millones llovidos sobre gente que en su puñetera vida ha tenido un duro pueden causar efectos literalmente catastróficos. Lo sé: lo he visto.
Y por seguir con la lotería, otra posible columna más: los consuelos a los que se acogen los perdedores. ¿La salud? Ganar no la empeora. ¿Inconvenientes del dinero? Nunca he visto que quienes hablan de ellos rechacen los millones. La zorra ante las uvas: Nondum matura est, etc.
La Navidad son sólo dos semanas, pero dan para mucho. Aunque bien es verdad que la vida da todavía para más, y son sólo dos días.
Javier Ortiz. El Mundo (24 de diciembre de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 2 de enero de 2011.
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