He prestado atención desde la noche del domingo a algunas manifestaciones públicas de jugadores y directivos del Real Madrid, justo campeón de la Liga española de clubes de fútbol, y de la Real Sociedad, meritoria vicecampeona. Varias de esas declaraciones, por cierto -las de los dos entrenadores, especialmente-, de encomiable sensatez. Lo que pasa es que, como ha podido comprobar Vicente del Bosque de modo casi fulminante, la sensatez no siempre es rentable.
Oyendo sus pocas penas y sus muchas alegrías, he reparado en una cosa en la que no me había fijado nunca: que el Real Madrid y la Real Sociedad son dos entidades deportivas que llevan el nombre cambiado. Me refiero a su lógica. La gente del Real Madrid piensa y habla exclusivamente como representante de una sociedad, de un club, en tanto que la gente de la Real se expresa como representación de un ámbito geográfico y social, trascendiendo la entidad. Los primeros tienen sentimiento de club, los segundos se ven como símbolo de una ciudad. ¿Es bueno, es malo, es mejor esto que lo otro? No voy por ahí y, además, me da igual. Es así, y es lógico que lo sea, entre otras cosas porque Madrid tiene más equipos de fútbol, y una población demasiado numerosa y demasiado abigarrada como para mantener una identidad -o una identificación- tan unánime y tan sentida.
Lo que sí me dejó pensativo fue la comprobación de que casi todos los jugadores extranjeros que militan en la Real se expresan también en esa línea. Es decir, que se han dejado arrastrar por la corriente general y hacen como si. Se lo crean o no. Aparentan sentir los colores, que en este caso, además, son los mismos para la camiseta y para la enseña local (que, como la de muchas ciudades marítimas con autoridades seculares tan poco imaginativas como las donostiarras, es también azul y blanca). Me di cuenta, de pronto, de cuán absurdo y estrecho es el prejuicio que me hizo defender en tiempos que el equipo estuviera compuesto sólo por vascos. Una cosa es convertir la plantilla en un remedo de la selección mundial, como hacen las directivas del Real Madrid y el Deportivo de La Coruña -que a veces parecen aplicar el principio contrario: si eres local, peor para ti-, y otra no percibir las ventajas del mestizaje y de la capacidad de integración.
Hay un académico madrileño que dice y repite, siempre que tiene ocasión, que él es seguidor del Athletic Club de Bilbao porque es el único equipo que juega sólo con españoles. Comprendo ahora que esa afirmación no es rechazable únicamente por las ganas que encierra de provocar el enfado de los nacionalistas -como si hicieran falta más pendencias de las que ya hay-, sino también, y sobre todo, porque no asume que tan vasco puede ser Alkiza como Karpin, si Karpin quiere.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (23 de junio de 2003) y El Mundo (25 de junio de 2003). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. El título del apunte era Colores y ciudades. Subido a "Desde Jamaica" el 29 de junio de 2017.
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