Ayer por la tarde di una conferencia en el Ateneo de Cáceres. El tema sobre el que me tocó disertar fue el de los nacionalismos de diverso signo existentes en los territorios de España. Se me pidió que abordara la cuestión repasando las posiciones de tres presidentes autonómicos bien conocidos: Maragall, Ibarretxe y Rodríguez Ibarra. Opté por hacer una introducción general sobre los problemas históricos derivados de la deficiente construcción de España como Estado-Nación, las razones que han llevado a la existencia de fuertes sentimientos nacionales diferenciados en diversas áreas, y más especialmente en Cataluña y Euskadi, y las dificultades de entendimiento que plantea la pervivencia del nacionalismo español bajo ropajes varios, que van desde el facherío ultramontano «con vocación de Imperio» a los planteamientos de un nuevo españolismo supuestamente moderno y europeísta.
Sabía perfectamente que un planteamiento como el mío podía encontrar reticencias en el público -más numeroso de lo que yo esperaba- y me esforcé, como es lógico, en explicar lo mejor que pude tanto los fundamentos racionales de mi visión como el ánimo internacionalista que la alienta. El público siguió con mucha atención y respeto mis explicaciones y hasta tuvo la clemencia de reír alguna de mis gracias, lo cual es doblemente de agradecer porque, como saben bien mis amigos, tengo una notable tendencia a hacer juegos de palabras y humoradas de calidad harto discutible (y discutida).
El coloquio fue muy relajado y agradable, lo mismo que la charla posterior con bastantes de los asistentes, facilitada por un lunch que sirvieron para celebrar la aparición de la revista del Ateneo, que han vestido de largo sacándola decididamente del gremio de las hojas parroquiales.
Por decirlo en pocas palabras: me lo pasé muy bien. Pero lo que más me satisfizo fue comprobar cómo un grupo amplio y políticamente heterogéneo de gentes de Extremadura -una zona que los periféricos tendemos a considerar como poco propicia al entendimiento de algunas de nuestras inquietudes anticentralistas-, puede abordarlas y debatir sobre ellas sin crisparse lo más mínimo.
Ya supongo que quienes se me acercaron para charlar con una copa de vino en la mano no serían aquellos a los que mis opiniones gustaron menos. Pero, incluso contando con eso, la falta de crispación del ambiente saltaba a la vista.
Al final, cómo son las cosas: acudí a Cáceres para ver si conseguía que un grupo de extremeños dejara de lado los tópicos al uso y nos entendiera algo mejor a los periféricos y lo que sucedió es que un grupo de extremeños logró que yo empezara a tomarme con distancia los tópicos sobre Extremadura que manejamos los periféricos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (23 de octubre de 2004). Subido a "Desde Jamaica" el 17 de julio de 2017.
Comentar