El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) posee un secreto que habría que analizar, porque es fascinante: haga el sondeo que haga, obtenga los resultados que obtenga, siempre logra la plena satisfacción de los portavoces de todos los partidos políticos. Véase, si no, qué reacciones mereció ayer su trabajo sobre las elecciones vascas. ¡Todos encantados!
Se declaró feliz el PP, pese a que, según el estudio, su candidato no parece que encandile demasiado al electorado vasco. De creer los datos proporcionados por el organismo gubernamental, Jaime Mayor merece una valoración casi tres veces más baja que la de su principal rival, Juan José Ibarretxe. Bastante inferior incluso a la de Xabier Arzalluz, lo que no deja de tener lo suyo.
Escuché a Carlos Iturgaiz: «La encuesta del CIS confirma el fracaso del nacionalismo», soltó. Ya ven ustedes: tan contento el hombre, pese a estar refiriéndose a un sondeo que le atribuye a él una nota de 2,2 sobre 10 y que constata que Ibarretxe merece la simpatía del 34,3% de los entrevistados, en tanto su jefe se queda en un triste 5,9%.
Iturgaiz es un caso extraordinario de impermeabilidad ante los hechos. Él dice siempre lo que está en el guión y, si la realidad le respalda, estupendo, y si le contradice, pues peor para la realidad, y a correr. Equivocó su carrera: debería haberse hecho periodista.
También el PSE-PSOE se proclamó contento con los resultados del sondeo, aunque su portavoz creyó oportuno llamar la atención sobre el hecho de que el trabajo de campo del CIS fue anterior a la firma de los acuerdos PNV-EA y PP-UA. (Una afirmación difícilmente discutible, desde luego, pero sin una relación evidente con las expectativas de voto de Redondo Terreros, a decir verdad.)
El PNV -faltaba más- se manifestó igualmente feliz con los resultados del sondeo del CIS. Su ocasional portavoz no sintió la necesidad de comentar, no obstante, que, de confirmarse esos datos en las urnas, su partido se las vería canutas para formar Gobierno. Para qué: tampoco era cosa de entrar en detalles.
De quien no escuché reacción alguna fue de HB, a quien el CIS augura un batacazo de cierta consideración. Supongo que su silencio se deberá a que consideran que el trabajo demoscópico en cuestión es, como decía el poema de César Vallejo, «cosa de españoles».
¿Y yo, portavoz de mí mismo? Bueno, pues no me creo nada.
No me creo, para empezar, el sondeo. No dudo de que estará bien hecho, pero cuando uno obtiene un tercio de no-sabe/no-contesta en un asunto en el que el resultado final es fácil que dependa de décimas, es como si estuviera igual que antes de preguntar.
Pero, sobre todo, no me creo las impostadas sonrisas de satisfacción de los políticos.
Para mí que, en realidad, están todos que no les llega la camisa al cuerpo.
Al cuerpo electoral, quiero decir.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (21 de marzo de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 6 de mayo de 2017.
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