No sé qué ha pretendido decir ETA con la explosión del coche-bomba que saltó anteayer por los aires en Getxo. En realidad, no parece saberlo nadie y, cuando alguien dice algo que nadie entiende, la comunicación no sirve de nada. Y para no decir nada, mejor no decirlo.
La interpretación del suceso del pasado martes se ve particularmente dificultada por el hecho de que el coche-bomba contenía una carga muy potente –nada que ver con los petardos del pasado verano–, que fue colocado a una hora de bastante movimiento de personas, que el aviso de su colocación lo hicieron sin dejar tiempo para un desalojo en condiciones de la zona y que, para más inri, el anunciante lo situó en una calle en la que no estaba, no se sabe si a propósito o por directa incompetencia.
He oído interpretaciones para todos los gustos. Los hay que dicen que la bomba iba probablemente dirigida contra la vivienda de un empresario que no paga a ETA y que trataba de dejar claro a la gente de dinero que, con tregua o sin tregua, deberá seguir pagando. Otros consideran que intentaba herir o matar ertzainas -uno resultó con lesiones menores- para que el Gobierno del lehendakari Ibarretxe sepa que no hay connivencia posible.
También me ha llegado otra hipótesis más, no imposible, pero sí poco verosímil: que haya sido obra de gente de ETA que no está de acuerdo con la evolución que están siguiendo los acontecimientos.
La más probable, en mi criterio -que fundamento no en nada que sepa sobre lo que se cuece ahora mismo en ETA, sino en el conocimiento de sus querencias a lo largo del tiempo- es que esté tratando de demostrar que, si en un futuro más o menos cercano entra por la vía de la tregua y la negociación, no lo hará porque no tenga la fuerza necesaria para liar la de Dios, sino porque elegirá no hacerlo, por razones políticas.
Es algo muy habitual en su práctica: que sus ofertas de diálogo y sus declaraciones de tregua se vean precedidas por algunos atentados sonados. Lo que pasa es que los tiempos han cambiado, y un atentado con víctimas mortales, como podía haber sido el de anteayer, lo más probable es que hubiera neutralizado en buena medida durante mucho tiempo los efectos de cualquier oferta de diálogo y de cualquier tregua.
Dice Otegi que el proceso de paz que ellos desean «no puede responder a una política de grandes titulares». Eso demuestra que, en efecto, no hay en marcha por ahora ningún proceso de paz. Porque es difícil que atentados como el de ayer no den origen a grandes titulares.
Sucede, de todos modos, que los avisos de este tipo que lanza ETA suelen verse correspondidos una y otra vez por avisos opuestos del Estado, que también quiere hacer que se sepa que, si alguna vez negocia, tampoco lo hará porque tire ninguna toalla.
Círculos viciosos. Viejos y viciosos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (19 de enero de 2005) y El Mundo (20 de enero de 2005). Hay algunos cambios, pero no son relevantes y hemos publicado aquí la versión del periódico. Subido a "Desde Jamaica" el 20 de junio de 2009.
Nota del autor: Es copia del artículo publicado por El Mundo el 20 de enero de 2005. Se trata de un artículo de los que Ortiz suele publicar, a petición del periódico, para sustituir a algún otro columnista que, por las razones que sean, no ha enviado ese día su colaboración. Como ocurre siempre en esos casos, el cintillo de la columna es "El Horno" y no "Zoom".
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