Dice el secretario de la OTAN, Javier Solana, y repite Eduardo Serra, que están masacrando Yugoslavia con la intención de evitar una «catástrofe humanitaria».
Qué disparate. Una catástrofe puede ser muchas cosas; muchas, sin duda, menos humanitaria. Mi diccionario de sinónimos dice: «Humanitario: Afable, afectuoso, benévolo, caritativo, compasivo». ¿Una catástrofe afable, afectuosa, benévola, caritativa, compasiva? ¿Es eso lo que tratan de evitar? Pues podían haberse quedado quietos: lo imposible se evita solo.
Me dirán ustedes que tampoco tiene mucho sentido, en medio de una guerra, andarse con remilgos idiomáticos. Pero no va por ahí lo mío. No creo en absoluto que hayan echado mano del adjetivo humanitario por ignorancia o por error. Lo han hecho porque tienen el hábito de meterlo a voleo, hasta en la sopa, siempre. Venga o no venga a cuento. Sobre todo si no viene a cuento.
Todo cuanto tiene que ver con ellos queda bautizado ipso facto como «humanitario». Sus oficinas son humanitarias. Sus acciones son humanitarias. Sus tropas son humanitarias. Supongo que sus bombardeos también habrá que considerarlos humanitarios.
Las guerras se libran también en las palabras: en las ideas.
Hace ya años que la OTAN viene haciendo un trabajo sistemático de propaganda para que la opinión pública europea no la vea como un instrumento de guerra. Oyendo a sus dirigentes, tal se diría que lo suyo es casi una ONG y que el día menos pensado van a adoptar el Imagine de John Lennon como himno. Casi consiguen que nos olvidemos de que el régimen turco, autor de la catástrofe no muy humanitaria del Kurdistán, es uno de sus más dilectos integrantes.
La OTAN no ha intervenido en Yugoslavia porque quiera acabar con los sufrimientos de un pueblo maltratado. Si se dedicara a ese tipo de actividades altruistas, se pasaría la vida lanzando ataques. ¡Pues no hay pueblos maltratados, ni nada! A la OTAN -a los EEUU- le importa muy poco que haya políticos desalmados que estén despanzurrando gente por miles, mucha más que en Kosovo, en medio mundo. En Africa ahora mismísimo: ayer, hoy.
Lo que la OTAN quiere evitar a toda costa es que existan áreas sensibles de Europa en las que lo que sucede escapa a su control. Es decir, al control de los EEUU.
Un antecesor de Clinton lo dijo del dictador Somoza: «Será un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta». El verdadero problema de Milosevic no es que sea un cerdo de tomo y lomo -que lo es-, sino que quiere tener su propia piara.
Javier Ortiz. El Mundo (27 de marzo de 1999). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de abril de 2013.
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