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2002/10/11 06:00:00 GMT+2

Cámara oculta

«¿Qué opinas del uso de cámaras ocultas para la realización de reportajes de prensa?», me preguntan.

No estoy en contra por principio. Depende. Hay ocasiones en las que los periodistas sólo pueden realizar su trabajo camuflándose, lo cual está justificado porque se trata de denunciar situaciones ilegales que, de presentarse abiertamente, no serían reconocidas por sus responsables. Siendo periodistas de televisión, eso obliga a la utilización de cámaras ocultas. Ha habido casos de reportajes realizados de ese modo que pueden considerarse modélicos, y algunos incluso han permitido la detención de mafiosos de importancia, o han obligado a reformas legales positivas.

Lo que no se justifica, en mi criterio, es ocultar la cámara para que la persona grabada, que no está implicada en ninguna actividad delictiva, se relaje y, confiada en la privacidad de la conversación, diga lo que jamás hubiera dicho en público. O para que exprese puntos de vista que, sacados de contexto (editada la grabación), parezcan referirse a una cosa cuando en realidad se refieren a otra. Todos sabemos lo que la edición maliciosa de una grabación puede dar de sí, y no es por casualidad que la Justicia niegue valor probatorio a las grabaciones realizadas sin control judicial o posteriormente editadas.

La utilización de cámaras ocultas para grabar entrevistas con personas que no realizan ninguna actividad delictiva predispone al público en su contra. Criminaliza al entrevistado, porque da a entender, aunque no lo diga abiertamente, que es persona de la que no cabe fiarse, o que tiene algo que ocultar. Por ello debe considerarse doblemente perverso y rechazable el abuso de ese recurso.

Me hablan de un programa de televisión que no he visto y sobre el cual, en consecuencia, no puedo opinar. Pero me informan de que los realizadores de ese programa han recurrido a cámaras ocultas para filmar conversaciones que no recogen la existencia de ningún ilícito penal; que, simplemente -y tal como han sido editadas y expuestas, insisto- dejan en mal lugar a determinadas personas e inducen a la opinión pública a adoptar una determinada posición política con respecto al País Vasco. De lo cual deduzco que no concurren en el caso las circunstancias en las que, según he explicado antes, considero aceptable el uso de tales medios.

Y eso es todo lo que puedo decir al respecto.

Javier Ortiz. Diario de un resentido social (11 de octubre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 16 de enero de 2018.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.2002/10/11 06:00:00 GMT+2
Etiquetas: 2002 periodismo diario televisión | Permalink | Comentarios (0) | Referencias (0)

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