Diversos medios de prensa con sede en Madrid saltan hoy lanza en ristre a la palestra para tocar las narices a CiU o, más precisamente, a Convergència. El País analiza con lupa las concesiones de obra pública realizadas por los sucesivos gobiernos de Jordi Pujol y revela que unas pocas constructoras se han llevado casi tres cuartas partes del total. El Mundo publica un artículo editorial en el que se pregunta si las ingentes donaciones anónimas opacas de las que se ha beneficiado Convergència en los últimos años no habrán podido servir a determinadas empresas para pagar tratos de favor. (Una posibilidad que, dicho sea de paso, ya había apuntado yo en la página de al lado de ese mismo periódico unos cuantos días antes.) (*)
No son estos dos diarios los únicos medios de comunicación que hurgan hoy en esa herida. Lo raro es toparse con alguno que no lo haga, aunque casi todos sigan de un modo o de otro las estelas dibujadas por estos dos grandes referentes de opinión.
Se me ocurren varias explicaciones para tan súbito interés (todas ellas políticas, por supuesto). Imagino que habrá quien querrá enseñarle los dientes a la gente de Artur Mas para que deje de boicotear la carrera política de Pasqual Maragall. Y supongo que habrá algunos otros que estarán buscando todo lo contrario: agudizar las contradicciones internas del panorama político catalán para que naufrague el tripartito, en general, y el intento de reforma del Estatut, en particular.
Puedo imaginarme muchas posibilidades -muchas-, salvo una: que los responsables de los grandes medios de comunicación no tuvieran desde hace un montón de años una idea bastante precisa de cómo se financiaba el partido de Pujol. Porque era un lugar común en el mundo periodístico capitalino.
Otra cosa es que no lo sacaran a la luz porque carecieran de pruebas.
Pero tampoco eso me lo creo. Si no tenían pruebas es porque no las buscaban. Y ni siquiera: a veces se las encontraban sin buscarlas y hacían como que no.
(*) Escribí el pasado 2 de marzo en mi columna de El Mundo: «Me cuentan que en los últimos años ha funcionado mucho una técnica que se diría inspirada en la obra de Mario Puzo: el partido en el poder -en el poder que sea, donde sea- adjudica tal o cual obra importante a una empresa sin exigirle nada a cambio; se limita a hacerle ver lo cara que está la vida política y lo bien acogidas que son las donaciones voluntarias. Suelen entenderlo perfectamente.»
Nota.- Me preguntaréis: «Vale pero, ¿por qué has titulado este apunte "Calvos detrás de la oreja"?». Respondo: por dos razones. Primera (y sobreentendida): se emplea esa expresión para aludir a quienes parecen haber descubierto lo obvio. Y segunda: porque el presidente del Consejo de la Administración de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), empresa vinculada a las hermanas Koplowitz que hizo un montonazo de obras públicas en Cataluña durante el mandato de Pujol, es Marcelino Oreja. (Esta segunda razón no es sobreentendida. Es don Marcelino el sobreentendido. El entendido en sobres, quiero decir.)
Javier Ortiz. Apuntes del natural (6 de marzo de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de noviembre de 2017.
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