Pretender que la reunión celebrada ayer entre el rey, el presidente del Gobierno y el presidente del PP se sitúa «dentro de la normalidad democrática», como se ha afirmado oficialmente, es tomar al personal por memo.
Ese género de encuentros no sólo no son habituales, sino que tampoco tienen nada de normales. Es normal que el rey despache con el presidente del Gobierno (aunque no a escondidas, desde luego). Tampoco es extraño que reciba al jefe del principal partido de la oposición. Lo que resulta sorprendente es que convoque a ambos a la vez. Un encuentro así sugiere la voluntad del monarca de que el PSOE y el PP se pongan de acuerdo para actuar conjuntamente en una serie de asuntos, que la propia agenda del encuentro sugiere: las reformas estatutarias de Euskadi y Cataluña, con el plan Ibarretxe como primer plato, y los movimientos subterráneos iniciados tras las proclamas epistolares de Batasuna y ETA. (Se han mencionado otros dos asuntos como parte del orden del día: la reforma constitucional y el viaje del rey a Marruecos. Ambos parecen traídos a cuento nada más que para rellenar el temario de cara a los medios de comunicación, porque ninguno de los dos habría justificado la cita: la mínima reforma constitucional propugnada por el PSOE no es un asunto urgente y el viaje a Marruecos tenía que estar ya más que planificado para ayer.)
Doy por hecho que la idea de la reunión partió del propio rey. Tal como es, con las querencias ideológicas que son las suyas y los miedos históricos que padece, lo imagino preocupado por las relaciones de Zapatero con los nacionalistas -con ERC en especial- y por la orientación que están siguiendo el PSC y -más tímida y más recientemente- el PSE. Seguro que simpatiza con los sermones de algunos gurús opinantes de la Villa y Corte, que se pasan el día vaticinando males terribles para «la unidad de España» por culpa de «las hipotecas políticas» de Zapatero. Apuesto doble contra sencillo a que el rey quiere que el PP eche una mano al presidente del Gobierno para que éste no se vea forzado a ceder a la presión de las «fuerzas centrífugas» en el Parlamento. Una ayuda que, dada la dificultad que presenta escenificarla en el propio Parlamento, debería sellarse en algún tipo de pacto extraparlamentario, del tipo del llamado Pacto Antiterrorista.
La otra preocupación que tiene que estar rumiando el rey, en parte concomitante con la anterior, es la posibilidad que Batasuna y ETA puedan dar pasos serios y efectivos por la vía de la pacificación de Euskadi y que, para favorecer esos pasos y alcanzar una solución final, el Gobierno se sienta inclinado a tomar iniciativas que puedan debilitar las posiciones de las fuerzas más «firmes en la defensa de la unidad de España». Un miedo de ese estilo es de una mezquindad importante, sin duda, pero cabe entenderlo. Téngase en cuenta que el punto en el que se encuentra ahora mismo el conflicto vasco resulta perfecto para algunos: lo suficientemente tenso como para servirse de él como amenaza, pero lo bastante inactivo como para que no constituya una preocupación práctica de primer orden.
Ésas pueden ser muy bien las razones que mueven al rey. Pero ¿en qué medida convienen a sus dos interlocutores de ayer? Es difícil saberlo. Seguro que la gente del PP simpatiza con las ideas de fondo, pero dudo que se entusiasme ante la perspectiva de bajar el listón de la oposición. Peor aún debe de ver la cosa Zapatero. Supongo que será consciente de los estragos que puede causar en su base electoral la decisión de ir de la mano del PP. Y la rebelión interna que se le puede montar, especialmente en Cataluña.
Tristes cálculos, por parte de todos. Cálculos que me ratifican, por cierto, en lo que escribí en el último párrafo de mi apunte de ayer: con dirigentes como éstos en la cúpula del Estado -empezando por el propio rey-, se ve mal qué grandes movimientos políticos puedan encararse.
Nota.- La indisposición que ha motivado el retraso en la confección del apunte de hoy -a la que hacía mención hasta ahora una advertencia en la página de inicio- no tiene mayor importancia. Seguramente una de esas gripes que andan sueltas y que a mí me ha pillado por el lado gástrico. Agradezco la amabilidad de cuantos han enviado correos interesándose por mi salud.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (17 de enero de 2005). Subido a "Desde Jamaica" el 28 de diciembre de 2017.
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