Una panadera de Ermua ha perdido la mitad de sus clientes porque es simpatizante -o militante, no sé- de HB. ¿Qué me parece? Que cada cual compra el pan donde le da la real gana, y si hay gente que no puede ni ver a la panadera, o no quiere darle ni un duro, pues está en su perfecto derecho.
El propietario de una gasolinera extremeña no permitió el pasado fin de semana utilizar los retretes de su estación de servicio a un grupo de familiares de presos de ETA que acudía a un penal cercano. Muchos lo han ensalzado. Por mi parte, no creo que su actitud sea correcta -los familiares de miembros de ETA no son culpables de nada, en principio-, e incluso dudo de que sea legal.
Entre los dos casos hay una diferencia que me parece esencial: no es lo mismo el boicot puesto en marcha por un usuario -o por muchos- que el provocado por quienes tienen el encargo de proporcionar un servicio público.
Los distribuidores de periódicos de Benidorm han decidido no llevar Egin a los quioscos. La decisión no es menor: he leído que el periódico vinculado a HB vendía cerca de medio millar de los 1.300 diarios vascos que se vendían hasta el domingo 20 en la villa turística. Egin es legal. ¿Quiénes son los distribuidores de prensa de Benidorm para decidir qué pueden o no pueden leer los turistas vascos que veranean en esa ciudad?
Algunos medios de comunicación han determinado que no volverán a informar de las actividades de HB hasta que la coalición decida condenar los crímenes de ETA (a un locutor de una cadena de TV le escuché decir «... hasta que no condene la violencia etarra»: un uso expletivo del no francamente confuso, si bien se mira). Semejante actitud, amén de contradictoria -no informan de lo que hace HB, pero sí de lo que hace ETA-, no sólo me parece errónea, sino francamente reprobable. Deontológicamente reprobable.
Un medio de comunicación no sólo tiene el derecho de informar, sino la obligación de hacerlo. Debe proporcionar todos los datos relevantes de la realidad. Todos cuantos precisa la ciudadanía para tener un retrato -y hacerse una idea- de lo que ocurre. En estos momentos -especialmente en estos momentos- lo que hace o dice HB es interesante, incluso aunque en sí mismo sea vacuo; las cosas no sólo se definen por sus propiedades, sino también por sus carencias. Los periodistas somos depositarios, no propietarios del derecho de información. Otra cosa es que, además de informar de lo que hace HB, se opine sobre ello, y que cada cual diga o escriba cuánto rechaza o lamenta esto o aquello.
Pero, ojo: digo además, no a la vez. Porque ésa es otra: actualmente hay informativos que más parecen arengas. Cada vez que me topo con alguien que se revela incapaz de darme una noticia sin decirme lo que debo opinar sobre ella, me siento tratado como imbécil. Y me molesta. Más que nada porque me hace ilusión creer que no lo soy del todo.
Javier Ortiz. El Mundo (23 de julio de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 27 de julio de 2012.
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