¿Recordáis -los que tengáis edad para ello- el tramo final de Felipe González como jefe del Gobierno? Desabrido, irritable, incapaz de sonreír sino como mueca de sarcasmo, antipático hasta extremos verdaderamente desagradables.
A su modo, Aznar está en las mismas. Su intervención de ayer en el Congreso de los Diputados fue antológica. Lo de menos es que le diera plantón a Rodríguez Zapatero recurriendo a una añagaza. Incluso cabría dejar a beneficio de inventario que acusara al secretario general del PSOE de haber sido él el culpable del desencuentro. Lo que chirrió al máximo fue su explicación. En un tono patibulario, malencarado, dio a entender que los socialistas habían desdeñado la reunión porque «la situación es de ligera mejoría, dentro de lo que significa (?) la catástrofe, y dudo mucho que esa información pueda interesarles». Y, por si alguien no hubiera captado la idea, se explayó en ella, acusando al PSOE sin apenas disimulo de desear que el desastre económico y medioambiental fuera a más para mejor soliviantar a la gente contra su Gobierno. Sólo le faltó decir que daba traslado del conjunto de los datos al fiscal general del Estado, por si la actuación del PSOE pudiera ser constitutiva de delito.
González se expresaba en términos de semejante escozor, ya digo. Pero la situación era francamente diferente. Tenía enfrente a una oposición política y mediática de una agresividad tremenda, que le negaba el pan y la sal día tras día y se mostraba militantemente dispuesta a llevarlo a la cárcel en cuanto tuviera la más mínima posibilidad y los jueces fieles a su poder flaquearan en su labor de coraza protectora. Estaba sometido a un asedio de mil pares. Merecido, pero de mil pares.
En cambio Aznar se pone de los nervios ante una oposición que parece educada en Versalles, que dice amén a todas sus opciones políticas fundamentales, que sólo critica pijadicas accesorias y que se pirria por un buen puñado de consensos.
Si este personajillo se pone así sólo porque le tosen un poco, ¿de qué no sería capaz si realmente le zurraran la badana como se merece? Prefiero no imaginarlo.
Miento: prefiero no decirlo. Porque imaginármelo, me lo imagino.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (7 de diciembre de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de diciembre de 2017.
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