Constata el juez encargado del Registro Civil de la provincia de Alicante que este año se ha invertido la tendencia: en el pasado julio, su servicio ha apuntado más defunciones que nacimientos. Eso es corriente durante los meses de invierno –dice–, porque son muchos los viejos y viejas de la Europa fría que se refugian en la Costa Blanca, pero en verano la media de edad se estabiliza y, con ello, las tendencias de natalidad y mortalidad.
Según él, la única explicación posible de lo ocurrido es el tremendo calor que está castigando la provincia.
Oigo una entrevista radiofónica con la responsable de una instalación geriátrica alicantina. Cuenta que el calor produce una astenia generalizada entre la gente mayor. La vejez se deja ir. No se mueve. Apenas come, incluso.
Tonto que soy, el mal común me consuela. Llevo tres semanas que apenas si cumplo con mis mínimos de trabajo. La galbana me domina: duermo y duermo, me muevo lo mínimo, paso las horas metido en el agua, miro con horror la pila de folios de la que debería ocuparme...
Pero, ahora que ya sé que lo mío está médica y judicialmente catalogado, me tranquilizo. Soy normal. Un desastre, pero normal.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (20 de agosto de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de octubre de 2017.
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