Viaje relámpago a Barcelona para intervenir en un acto sobre la tragedia de Afganistán organizado por Pau Ara, Sodepau y el Centro Social Okupado de l'Hospitalet. Intervengo mano a mano con Cristina Cattafesta, miembro de las Dones in Nero italianas y colaboradora habitual de RAWA, la prestigiosa organización de mujeres afganas. Mi intervención no me aporta nada nuevo. La de Cattafesta, en cambio, me resulta interesantísima. Y las del público. Por primera vez desde hace tiempo, me replanteo mi decidida aversión por los coloquios: ayer, las preguntas de los asistentes fueron inteligentes y concretas.
Al terminar la charla, nos vamos a cenar algo y a tomar una copa (dos, para ser más exacto) con un buen puñado de los jóvenes organizadores del encuentro. Estoy encantado con el grupo: resulta de lo más estimulante comprobar su temple, determinado pero tranquilo. Treinta y tantos de ellos están en este mismo momento detenidos por orden de la delegada del Gobierno, que afirma que «la ideología okupa» -la acabo de escuchar por la radio- es «violenta» y debe ser tratada «con igual contundencia que la neonazi». La señora García Valdecasas es de dar de comer aparte: se empeña en perseguir ideologías, la muy tarugo. Y no entiende un carajo: comparar a estos chavales con neonazis es una barbaridad como un templo. Doblemente incomprensible en alguien que debería conocer muy bien a los neonazis, porque los tiene a puñados en su entorno.
Pero vuelvo a lo de anoche. Estábamos acabando de tomar nuestra copa en un bar pakistaní del Barri Xinès cuando, súbitamente, se montó un pollo de impresión. Un individuo de tez oscura, alto como una torre, empezó a pegar a una mujer. Le dio varios puñetazos y, de pronto, una patada descomunal que, por fortuna, no la cogió de lleno. Mis amigos se levantaron de inmediato y se fueron a por él. El tipejo, al ver esa reacción, puso tierra de por medio. Entre todos, tratamos de consolar a la mujer, que lloraba amargamente. Al cabo de un rato, el tipo regresó. Se ve que se sentía herido en su chulería. Nuevo enfrentamiento. Los pakistaníes del bar se interpusieron.
Por un momento, pensé en la posibilidad de que acabáramos todos en comisaría. No me fue nada difícil imaginar el titular con el que la prensa amiga de la señora García Valdecasas hubiera recogido el suceso: «Jóvenes okupas, detenidos por agredir a un inmigrante».
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (19 de octubre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 15 de junio de 2017.
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