Con un recuerdo muy especial para el pueblo de Chile, para el pueblo de Catalunya y para las víctimas de las Torres Gemelas, que no tenían la culpa de que Bush exista
Iñaki Anasagasti mostró ayer para qué vale la pena acudir al Congreso de los Diputados. Dio cera de la buena al ministro de Justicia, José María Michavila, apuntándole a donde más le duele: su militancia en esa asociación siniestra que forman los Legionarios de Cristo Rey, al lado de la cual el Opus Dei parece un grupo laico e izquierdista.
Michavila no pudo responder a la argumentación de Anasagasti, quien le espetó que, si tan seguro está de que los diputados de Batasuna son asesinos de ETA, debe ordenar su detención. Añadió el diputado del PNV, tan razonable como enérgicamente, que si el Gobierno considera que su partido está colaborando con asesinos, promueva su ilegalización. Michavila se salió por peteneras, sin dar ninguna razón que justifique una actuación que, de ser ciertas sus acusaciones, sería un caso de encubrimiento evidente.
La intervención de Anasagasti fue tan dura en el contenido como en la forma, lo cual es de agradecer, porque a mí, por lo menos, me toca las narices la exquisitez con que otros parlamentarios de la oposición se dirigen a los integrantes del Gobierno, con tanto "Su Señoría" y tanta mandanga. Ayer mismo, Llamazares criticó a Aznar, pero no le montó el pollo por acusarle, Madrazo mediante, de estar financiando a terroristas. Si se permite a esa gentuza que diga todas las barbaridades que se le vienen a la cabeza, no parará de crecerse.
¿Y en qué se crece? En todo. Ayer mismo, el PP tuvo el descaro de rechazar en el Congreso una moción favorable a la anulación de los efectos legales de los juicios sumarísimos del franquismo. Según el portavoz del grupo parlamentario del Gobierno, ya se votó hace meses una resolución para dar satisfacción moral a las víctimas del franquismo, y con eso es suficiente. Pero lo que ayer se proponía, de haberse aprobado, no hubiera dado satisfacción exclusivamente moral, sino también material, porque hay víctimas y familiares de víctimas que siguen sin ver reconocidos sus derechos. Si hubiera sido realmente lo mismo, no habría tenido problemas para votarlo.
Continúan actuando como albaceas del franquismo, encubriendo los efectos de sus crímenes, y se permiten dar lecciones de democratismo a los demás. Alguien tiene que decírselo a la cara, y bien alto, asignándoles los adjetivos de rigor, sin ahorrarles ninguno. Para convertir la tribuna del Congreso en un remedo de los jardines de Versalles se bastan y se sobran ellos solos.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (11 de septiembre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 3 de diciembre de 2017.
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