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1997/01/29 07:00:00 GMT+1

Analógicos y digitales

Teóricamente, para opinar sobre un asunto hay que cumplir un requisito previo: conocerlo. Tener idea sobre él, vamos.

Pero eso, ya digo, es en teoría. En la práctica, la dificultad puede ser soslayada -y suele serlo- sin mayor problema: basta con opinar a ojo.

Por razones profesionales, me ha tocado en los últimos tiempos leer y escuchar bastantes rollos sobre el sistema de financiación autonómica pactado entre el PP y sus socios parlamentarios. Me he aclarado muy poco: apenas lo suficiente como para darme cuenta de que es un lío de mucho cuidado. Sin embargo, he oído que se ha hecho un sondeo de opinión según el cual la mayoría desaprueba ese sistema de financiación.

Descartado que la mayor parte del personal tenga conocimiento de causa como para emitir un juicio tajante sobre tan peliagudo asunto, cabe preguntarse cómo puede ser que se lance con tanta alegría a opinar sobre ello.

Me lo imagino. En este país -supongo que también en otros muchos- hace legión la gente que toma postura ante los hechos y los dichos aplicando lo que, en plan generoso, podríamos llamar el método analógico. «Suelo estar de acuerdo con quien defiende eso, así que supongo que tendrá razón». O al contrario: «El tío que dice eso me cae fatal, ergo, aunque no entiendo ni torta del asunto del que habla, seguro que está mal». Súmese a quienes están convencidos de que el PP no acierta jamás con los que dan por hecho que Pujol es insolidario. Resuelto: ahí está la mayoría que se declara contraria a un sistema de financiación del que apenas sabe nada.

Hay muchísima gente que recurre al método analógico para opinar. Antes de la caída del Muro, había dos bandos nutridísimos que, ante cualquier conflicto en no importa qué punto del globo, sabían de inmediato qué posición tomar. Indagaban a quién apoyaban los EEUU y a quién la URSS, y asunto concluido: ya sabían quiénes eran los buenos y quiénes los malos.

Ahora ha saltado la muy agria polémica sobre la televisión digital. El asunto dista de ser sencillo. Se entremezclan en él peculiaridades técnicas, intereses empresariales, banderías políticas y derechos de los ciudadanos. Quienquiera que desee tener un criterio realmente propio al respecto ha de empezar por enterarse, así sea mínimamente, de qué diablos es eso de la TV digital; debe estudiar luego en qué medida y cómo esa modalidad de TV puede aportarle más ventajas; debe diferenciar entre aspiraciones empresariales legítimas y proyectos inaceptables de monopolio... Una vez estudiado a fondo el asunto, entonces podrá decidir con qué se queda, si es que se queda con algo.

Pero no. Aquí todo pichichi sabe ya de qué lado está en esta batalla. Aunque no sepa ni por dónde van los tiros.

También las tomas de postura parecen dividirse en analógicas y digitales.

Javier Ortiz. El Mundo (29 de enero de 1997). Subido a "Desde Jamaica" el 29 de enero de 2012.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1997/01/29 07:00:00 GMT+1
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