Mis conocimientos en materia de geopolítica internacional no van más allá de las conclusiones elementales a las que puede llegar cualquier mínimo conocedor de la Historia que se interese por la actualidad. Quiero decir con ello que son escasos y nada académicos. A cambio, mi amigo nicaragüense Augusto Zamora, que es profesor de Derecho Internacional en la Universidad Complutense de Madrid, ha dedicado no pocos esfuerzos a la investigación geopolítica en tanto que disciplina académica.
El pasado viernes, mientras comíamos juntos, me ilustró sobre las posibilidades de interpretación de la actual crisis internacional a la luz de algunas doctrinas geopolíticas. Me habló de un teórico de la cosa -cuyo nombre no retuve- que, hace ya muchos años, estableció que los EEUU nunca conseguirían el control real del mundo mientras no alcanzaran dos objetivos clave: uno, taponar por completo la influencia rusa más allá de su frontera europea; el otro -más importante todavía, según él-, establecer un enclave sólido entre Rusia y el Mar Arábigo.
Augusto Zamora me contó que esa teoría tiene desde hace tiempo muy firmes partidarios entre los estrategas del Pentágono. Ello explicaría tanto el interés que pusieron en el derrocamiento del régimen de Milosevic como su política en relación con Afganistán.
Me he burlado en este Diario del brusco cambio que ha experimentado la actitud de Washington hacia los talibán a lo largo de los últimos quince años: primero los trató como aliados estupendos; luego, como fanáticos repugnantes. Pero, lo que en el plano meramente verbal -propagandístico- aparece como una actitud errática cobra pleno sentido si lo examinamos desde el ángulo geopolítico. En una primera fase, los EEUU apoyaron la revuelta de los talibán contra el régimen aliado de la URSS para sustraer al país de la influencia rusa, cosa que lograron en septiembre de 1996. Pero sus aliados se convirtieron acto seguido en un obstáculo de cara a la consecución del segundo objetivo, que no era otro que la sustitución de la influencia rusa por la suya propia. De ahí su cada vez mayor enfrentamiento con el régimen de Kabul. De no haber tenido tanto interés en el control de Afganistán, Washington podría haberlo tratado con la misma indiferencia con que afronta la existencia de otros regímenes autoritarios, aquí y allá.
Es mucha la gente que se asombra ante el interés extraordinario que ponen los EEUU en Afganistán. Se pregunta qué se les ha perdido en un país desangrado por los enfrentamientos étnicos, que carece de recursos de particular interés y cuya economía no puede ser más desastrosa, con un PIB 16 veces más bajo que el de Irán y una tasa de crecimiento tres veces inferior. Hacerse con el control de semejante ruina parece, de entrada, un objetivo sin sentido. Pero, si se considera que Afganistán se encuentra en lo que los geoestrategas del Pentágono consideran «el corazón del mundo», por las posibilidades que ofrece para convertirse en plataforma desde la que irradiar influencia sobre el conjunto de esa decisiva zona -tanto hacia el sur y el oeste, es decir, hacia Pakistán e Irán, como hacia el norte, hacia Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán-, la valoración pasa a ser muy otra. A modo de mero ejemplo: el control de Afganistán podría servir a Washington para convencer a las vecinas repúblicas ex soviéticas del norte de las ventajas de dirigir su producción de petróleo y de gas hacia el Golfo Arábigo, en lugar de hacerlo hacia el Caspio.
Y todo eso sin contar con la vecindad de China, con la que Afganistán tiene también un tramo de frontera.
El hecho es que Washington ha enfilado todas sus baterías contra el régimen de Kabul cuando lo cierto es que hasta ahora no ha presentado ninguna prueba concreta de que los talibán -y ni siquiera el propio Ben Laden- tengan relación alguna con los atentados del 11 de septiembre. Dicen que cuentan con «miles» de pruebas, pero no las muestran.
No sé, pero quizá no esté de más considerar estos elementos de análisis procedentes de la geopolítica.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (30 de septiembre de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 7 de junio de 2017.
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