Los grandes medios son la monda. Un semanario alemán de no demasiado prestigio, Bunte, publica que el cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe -la ex Inquisición-, ha admitido que Karol Wojtyla está muy mal y se arma la marimorena. Bueno: hasta ahí el revuelo es más o menos comprensible, porque el hermetismo del Vaticano en esa materia es completo y Ratzinger forma parte del círculo de los más íntimos del Papa.
Habría sido preferible de todos modos que, en vez de hacerse eco sin más de lo publicado por Bunte, hubieran preguntado al Vaticano, o al propio Ratzinger, qué tenían que alegar. De haberlo hecho, se habrían encontrado con que Ratzinger sostiene que él no concedió ninguna entrevista al Bunte. Que sus palabras fueron dichas en una sobremesa, tras una comida con un grupo de presuntos fieles alemanes, que se suponía que la conversación era off the record y que ni siquiera dijo que el Papá «está mal» como si se tratara de una novedad, sino confirmando lo dicho por uno de los comensales.
Que Wojtyla está mal es una evidencia. Situado el comentario de Ratzinger en ese contexto, es obvio que no hay noticia. «Noticia», en castellano, es sinónimo de «nueva». Como «new», como «nouvelle», como «berria». Lo recuerdo para subrayar que, al menos en teoría, sólo lo nuevo es noticia. Que Wojtyla está mal no es noticia. Lo hubiera sido que Ratzinger lo declarara en público, pero no lo ha hecho.
Pero todos los periódicos, todas las cadenas de televisión y todas las emisoras de radio se hicieron eco de la seudoentrevista del Bunte. ¿Por qué? Ya lo he dicho: porque son la monda. Cada vez se comprueba menos todo, cada vez prima más lo llamativo sobre lo veraz, cada vez se hace más ruido, aunque suene a demonios. ¿Comprobar? Se deja la cosa para el día siguiente y así hay ración de ruido para dos jornadas.
Javier Ortiz. Apuntes del natural (2 de octubre de 2003). Subido a "Desde Jamaica" el 22 de octubre de 2017.
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