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1994/11/02 07:00:00 GMT+1

Acertar con la pregunta

Siento desde muy joven una profunda aversión por las pruebas de inteligencia. Tengo mis motivos personales. Mi odio proviene de que en el colegio, a los 15 años, me sometieron a una maldita prueba de ésas. Así que los resultados estuvieron disponibles, los Jesuitas, responsables de la cosa, convocaron a mis progenitores. Les sugirieron que me orientaran hacia una carrera de Letras.

-¿El chico tiene vocación de Letras? -le preguntó mi padre al cura encargado del asunto, no sin un punto de orgullo.

-No, qué va -le respondió el otro-. Pero es aún más llamativa su incapacidad para las Ciencias.

Mi índice de inteligencia podía ser todo lo raquítico que al test le diera la gana, pero mi capacidad de mosqueo estaba ya a la sazón muy desarrollada. Así que puse a todos en mi lista negra: al cura -cuyo color, a decir verdad, no desentonó nada en la lista- y a las pruebas de inteligencia.

Leo que en Estados Unidos se ha armado la marimorena a cuento de dos libros que, aunque desde perspectivas ideológicas diferentes, coinciden en dar por sentada la inferioridad mental de los hombres negros con respecto a los blancos (supongo que también de las negras en relación a las blancas, aunque de eso no veo que digan nada).

O mucho me equivoco -lo que no sería nada novedoso- o la clave del asunto está en el papanatismo de quienes toman esas pruebas de inteligencia por Ciencia exacta. En realidad, no son Ciencia: son Letras. Y, como todas las Letras, ideología en estado puro. No miden la inteligencia. No podrían hacerlo: «la» inteligencia no existe. Lo que miden, en el mejor de los casos, es la capacidad de adaptación y aprovechamiento que las mentes de los individuos revelan frente a determinadas realidades. Pero no adaptarse a esas realidades no es muestra de falta de inteligencia. Puede venir dado por muchos otros factores: desde la pura rebeldía a la conformidad con otras pautas.

La cuestión central que hay que plantearse no es si los negros son menos, igual o más inteligentes que los blancos. Lo realmente capital es determinar por qué hay personas que consideran interesante estudiar ese género de bobadas. Nadie daría un duro para que se hiciera una investigación para establecer si a los habitantes de Cuenca les gustan más las piedras redondas que a los de Huelva. En cambio, hay quien da dinero a espuertas para que se analicen las hipotéticas diferencias mentales entre negros y blancos. Y otros, para que se establezca de una vez por todas si la homosexualidad es genética o adquirida. Y a mí qué.

Muy a menudo, las respuestas no tienen demasiada importancia. Lo decisivo son las preguntas. En la pregunta ya va implícito un género de respuesta. No sólo es racista quien defiende la superioridad de una raza sobre otra. También quien se interesa por compararlas.

Javier Ortiz. El Mundo (2 de noviembre de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 5 de noviembre de 2010.

Escrito por: ortiz el jamaiquino.1994/11/02 07:00:00 GMT+1
Etiquetas: miscelánea papanatismo 1994 ciencia el_mundo | Permalink | Comentarios (1) | Referencias (0)

Comentarios

Joder, cómo decirlo mejor???

Escrito por: jesus cutillas.2010/11/05 13:39:38.841000 GMT+1

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