Dicen los obispos que los promotores del cuarto supuesto de interrupción del embarazo quieren «licencia para matar».
Es una acusación tremendista e insultante.
Pretenden que ellos actúan «en defensa de la vida». Se trata de una simplificación demagógica. Los mosquitos tienen vida y no conozco ninguna encíclica que condene los insecticidas.
Precisan a veces que ellos se refieren a la vida «humana», en concreto. Siguen simplificando: también el apéndice vermiforme es una forma de vida humana y, que yo sepa, la Iglesia no reprueba las apendicectomías.
Lo que en realidad quieren decir -pero callan por lo general cuando se dirigen al gran público-, es que consideran los embriones no ya como formas de vida humana, sino como personas, como individuos. Tal que usted. Tal que yo.
Pero los embriones carecen de existencia individual. No pueden ser sujeto de derechos. Son parte del organismo de la gestante.
Ella sí es sujeto de derechos. Entre los cuales, el de decidir si quiere o no ser madre.
Así lo entendemos muchos: la mayoría de la población, incluidos muy respetables teólogos. Y, del mismo modo que los obispos han de ser libres de creer en las almas, y de dar por hecho que nace una nueva cada vez que un óvulo es fecundado, los que pensamos diferente hemos de tener derecho a defenderlo sin que se nos llame asesinos.
Dicho lo cual, a la Ley no le corresponde dirimir cuestiones de teología, sino regular los conflictos de la vida social, en la que los embriones no participan.
¿O sí? Cabe dudarlo, porque el Tribunal Constitucional, en una sentencia pastelera -jurídicamente aberrante, en mi criterio-, decidió que el nasciturus tiene derechos. Nasciturus (perifrástica activa, si no trabuco mis latines) quiere decir el que ha de nacer. Pero así como los morituri del circo morían de manera impepinable, lo de los embriones es mucho más aleatorio: nacen o no; depende. El término nasciturus no define nada: se limita a formular una mera hipótesis. Pero el caso es que ahí está la sentencia, y ojalá me equivoque, pero para mí que va a traer líos. Unos líos que nos hubiéramos ahorrado si el PSOE, cuando contó con mayoría absoluta, hubiera promovido una ley del aborto acorde con lo que ahora dice que piensa. O que tendríamos ya encauzados si hace unos meses el diputado González no hubiera tenido cosas más importantes que hacer cuando se votó la cosa en el Parlamento. A ver si esta vez se digna aparecer por la Cámara, y a ver si a Jaime Blanco, diputado por Cantabria, se le ha pasado ya la diarrea que entonces le impidió también votar, y quizá así, sumando votos, se apruebe la reforma legal.
Porque dudo de que haya muchos nascituri cabreados, pero mujeres, me consta que la tira. Y no tanto con los obispos, que a fin de cuentas están a lo suyo, sino con esta izquierda de pacotilla.
Javier Ortiz. El Mundo (16 de septiembre de 1998). Subido a "Desde Jamaica" el 19 de septiembre de 2010.
Comentarios
"""""""""""" Dicen los obispos que los promotores del cuarto supuesto de interrupción del embarazo quieren «licencia para matar».""""""""""""""
Los miles de "nasciturus" africanos que morirán de hambre o de sida porque a sus padres no se les suministraron preservativos, carecen de importancia pues, según parece, el sadismo de su dios así lo quiere.
Qué cosas dicen los herederos, los hijos ideológicos y/o biológicos de quienes han matado a mansalva sabios y creciditos seres humanos, sin ningún tipo de licencia...
Escrito por: miren.2010/09/19 17:31:56.667000 GMT+2