Pocas horas después de constatar que la ciudadanía le había dado un repaso fino, Felipe González se puso ante las cámaras y los micrófonos para comunicarnos que él, especialista en captar los mensajes que emanan de las urnas, ha entendido también el del 12-J. Nos explicó que el PSOE perdió en la votación del domingo por dos razones: porque la mayoría de los ciudadanos no ha percibido todavía los síntomas de la recuperación económica y porque han influido negativamente «los casos de corrupción». Nada está, «por consiguiente», perdido del todo para su causa, porque los dos factores pueden ser corregidos antes de la próxima cita electoral. Para cambiar el signo del primero bastará con que el tiempo pase, la bonanza se instale y el personal la «perciba». Y para contrarrestar el segundo estará «la acción enérgica» que el Gobierno va a desarrollar.
Dijo tal que esto con sonrisa almidonada -porque, según aclaró, a él perder le da mucha risa, en tanto que ganar le deja hecho unos zorros- y tomó el camino de las Indias, dejando a sus escuderos la tarea de repetir y repetir el mensaje hasta ponerse malos.
¿Se lo creen ustedes? Yo, desde luego, no. Y me supongo que él -que es muchas cosas, pero no un perfecto imbécil- tampoco. Porque él sabe que si la ciudadanía no acaba de percibir los síntomas de la recuperación de marras es porque no hay síntomas que percibirse puedan: todos los expertos, hasta los del PSOE, saben que mientras en España el PIB no crezca por encima del 2% no se empezará a crear empleo, y mientras no haya menos paro la mayoría seguirá pensando que las cosas van mal, por mucho que le aseguren que no es así.
Con lo de la corrupción pasa tres cuartos de lo mismo. Fíjense ustedes en algo en extremo significativo: de Felipe abajo, ningún líder socialista reconoce jamás que en España haya un problema de corrupción política, tal cual; ellos hablan por sistema de «los casos de corrupción». Los hay que rizan el rizo: para ellos son «los supuestos de corrupción». Mal puede resolver un problema quien empieza por minimizarlo.
Lo cual es muy comprensible. ¿Cómo van a luchar enérgicamente contra la corrupción quienes saben que, de aclararse judicialmente el caso Filesa, no pocos de ellos irían a parar a la cárcel?
González sabe que, en efecto, ha perdido estas elecciones por culpa de su mala gestión económica y de la corrupción de sus filas. Pero no confía en librarse de la siguiente quema porque vaya a resolver ambos problemas. En lo que tiene puestas todas sus esperanzas es en la futura movilización electoral de los muchos -¿un 10, un 15 por ciento?- que el pasado domingo se abstuvieron por despolitización y pura ignorancia política.
Piensa en eso, pero no lo dice. No puede. ¿Cómo reconocer que confía en recuperarse gracias al voto de los que no tienen ni idea?
Javier Ortiz. El Mundo (15 de junio de 1994). Subido a "Desde Jamaica" el 10 de abril de 2013.
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