Casi nadie del Ebro para abajo sabe quién es Jacques Abeberry. Y desde el Ebro al Bidasoa, muy pocos. Por eso a casi ningún medio de comunicación le ha interesado lo que Abeberry ha dicho tras el asesinato de Jesús María Pedrosa.
Abeberry es un histórico del nacionalismo vasco en territorio de Francia. De ese breve territorio que los de por allí solemos llamar Iparralde, en vascuence, o el otro lado, en castellano. Del País Vasco francés, en suma.
A lo largo de su ya muy dilatada vida política, Abeberry ha hecho todo lo que ha estado en su mano para potenciar el nacionalismo vasco en la hipercentralizada Francia. Algo ha logrado. Ahora es concejal en Biarritz.
Jacques Abeberry es uno de los escasos electos de Iparralde que se apuntó a la cosa de Udalbiltza. Y al foro de Lizarra.
El pasado lunes, Abeberry declaró: «Udalbiltza no se planteó como una Asamblea de ediles nacionalistas, en exclusiva, sino como un proyecto al que invitamos a todos los alcaldes y concejales vascos, al margen de ideologías. Pues bien: uno no asesina a sus invitados». (Se lo oí en francés. Traduzco de memoria).
Abeberry estaba realmente enfadado. Añadió que, para él, ni Udalbiltza, ni Lizarra, ni vainas en vinagre. Que se ha acabado esa historia. Que nadie cuente con él para amparar crímenes.
El domingo, pocas horas después de saberse la noticia del atentado que acabó con la vida de Jesús María Pedrosa, la dirección de HB hizo público un comunicado en el que decía que lamentaba la muerte del concejal de Durango y que se solidarizaba con los familiares y los amigos de la víctima.
No pongo en duda el pesar de los dirigentes de HB -no indago en cabezas ajenas-, pero he de hacerles saber que aquellos de sus simpatizantes que estaban a pie de obra, en la plaza del Ayuntamiento de Durango, no dieron muestra alguna de sentir el asesinato de Pedrosa. Más bien al revés: se cachondeaban de los que se habían acercado hasta allí para mostrar su pesar.
Hace unos meses, la gente del MLNV difundió por Durango unos pasquines con los nombres, las direcciones y los teléfonos de Pedrosa y sus tres compañeros del PP. Añadían: «Si queréis guerra, la tendréis». Por más que pregunté en Durango, nadie recordaba que HB hubiera desautorizado esos carteles de amenaza.
Si los jefes de HB desearan de verdad prevenir males mayores, digo yo que empezarían por evitar los menores. Pero quia.
Se están quedando solos.
Creo que no se dan cuenta de que, del otro lado y de éste, están consiguiendo hartar hasta a los más cercanos.
Javier Ortiz. El Mundo (7 de junio de 2000). Subido a "Desde Jamaica" el 12 de junio de 2011.
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