El Tribunal Superior de Justicia de Navarra ha decidido que no cabe reprochar nada al Juzgado que desoyó las continuas denuncias de una mujer de Villaba, que pidió una y otra vez el auxilio de la Ley frente a su ex marido, que la amenazaba de muerte y que acabó matándola.
Dice el TSJN que el juez encargado del asunto hizo lo que debía, exigiendo al individuo que se mantuviera a un mínimo de 500 metros de su ex mujer.
Si esta gente con toga no fuera tan zopenca, se darían cuenta de que una medida así carece de sentido en una localidad tan pequeña como Villaba. Para que el condenado ex marido pudiera cumplirla, habría tenido que estar informado permanentemente de los movimientos de ella. Bastaba con que ambos se movieran un poco para que se tropezaran, incluso sin pretenderlo.
En un caso de contumacia tan palmaria como la de ese tipo, la única medida mínimamente eficaz que habría cabido es el destierro. Y, si se lo saltara, así fuera una sola vez, proceder a recluirlo.
Se gastan el dinero en las cosas más absurdas, pero no lo tienen para establecer un sistema de control a distancia, mediante chips localizadores, que permita saber dónde están los individuos potencialmente peligrosos que viven en libertad.
Esos localizadores existen. Han sido experimentados con un margen de éxito más que aceptable. Se le instala al tipo y, como se acerque a Villaba, salta la alarma y se le trinca.
Menos palabrería altisonante y vacua, menos hablar de «terrorismo doméstico» -valiente tontería: ¿acaso los maridos violentos están organizados?-, y un poco más de decisión. Y de dinero. Eso es lo que haría falta para empezar a afrontar de verdad el problema.
Post Scriptum.- Annan dice que, como Sharon siga poniendo tantas trabas a la Comisión Investigadora sobre la matanza de Yenín... ¡renunciará a enviarla! ¡Qué represalia tan terrible! Es, casi casi, como el bombardeo de Bagdad.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (1 de mayo de 2002). Subido a "Desde Jamaica" el 23 de abril de 2017.
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