Nos visita una amiga de mi hija Ane. Es francesa. Y estudiante.
Después de la cena, hablamos de su país. Mi mujer, Charo, por pura querencia sectorial, deriva hacia la Enseñanza. Comparamos los sistemas educativos.
-A los estudiantes se les permite opinar y se les tiene en cuenta -dice.
Me hace recordar con cierta nostalgia el tiempo en que estuve estudiando periodismo en Burdeos, en el IUT, bajo la dirección de Robert Escarpit, y luego profesorado de francés, en la Sorbona.
-Sí. Ya hace 30 años aquello era la dictadura del estudiantado -respondo-. Hacíamos lo que nos daba la gana.
-¡No, no! ¡Digo en España! -replica ella-. En Francia, actualmente, los estudiantes no pintan nada. Aquí puedes discutir con el profesor y negociar la fecha del examen, por ejemplo. Allí te comunican el día y la hora, y si te viene bien, estupendo, y si no, peor para ti.
Me quedo perplejo. ¿Es posible que en 30 años las cosas hayan cambiado tanto? Da detalles: sí; han cambiado tanto... y más. Todo se está privatizando, así sea de manera camuflada. Los viejos principios de la Enseñanza Republicana amenazan ruina.
Acabo concluyendo que hay dos Francias: la que todavía persiste en mi recuerdo... y la que hoy ocupa su lugar, en el viejo territorio del hexágono.
Tenía previsto para el próximo mes un viaje a París. Ya no estoy tan seguro de querer hacerlo.
Tengo ampliamente cubierto el cupo de decepciones.
Javier Ortiz. Diario de un resentido social (29 de enero de 2001). Subido a "Desde Jamaica" el 14 de abril de 2017.
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