Sostiene el célebre dicho anglosajón: “Si no puedes vencer a tu enemigo, únete a él”.
Es una recomendación extremadamente discutible. Depende, muy en especial, de lo que tu enemigo esté haciendo en el momento en el que especulas con la posibilidad de sumarte a su causa.
Pongamos que está masacrando a los tuyos. Tampoco es cosa de colaborar.
El ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, ha decidido plantarse hoy en Roma (o le han decidido que se plante) para adornar con su muy institucional presencia el acto de beatificación de medio millar de religiosos que perdieron la vida durante la Guerra Civil española a manos de milicianos o soldados de la República.
El Vaticano pretende que no es un acto político. Pero lo es, y a mucha deshonra. El sucesor de Pío XII sólo se ha acordado de los curas que murieron a manos de los rojos. No ha querido saber nada de los que asesinaron los franquistas.
Por razones de origen y corporativas, tengo presente en particular el caso del sacerdote tolosarra José Ariztimuño Olaso, Aitzol, columnista de El Día, diario guipuzcoano de los años treinta. Ariztimuño fue torturado en la cárcel de Ondarreta y fusilado en la noche de 17 de octubre de 1936 en el cementerio de Hernani. ¿Razón? Su defensa del entendimiento entre los pueblos, la paz y la causa vasca.
Están documentadas otras 16 ejecuciones sumarias de religiosos vascos, que fueron asesinados cuando la jerarquía católica decidía calificar de “Cruzada” la causa criminal de Franco. Supongo que por otras tierras de la piel de toro habrá casos semejantes.
Tengo documentado un caso de signo contrario. Es el de un sacerdote ultra que violó un secreto de confesión para que las fuerzas franquistas pudieran capturar a un republicano católico que estaba escondido. Lo prendieron y lo fusilaron. ¿No podría ser excomulgado post mortem un cuervo tan repugnante?
He ahí hoy un ministro de Exteriores de un Gobierno que se dice socialista, amparando con su patética presencia una pamema vaticana, que no sólo destila viejos rencores avinagrados, sino muy renovadas ganas de retomar la pelea para volver a las mismas.
Así no sea.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (28 de octubre de 2007). Javier lo publicó como apunte (Una bochornosa pamema vaticana). Lo mantenemos allí porque tiene coda y unos cuantos comentarios. Subido a "Desde Jamaica" el 3 de julio de 2018.