A medida que pasan los días, la brutalidad de la Policía francesa durante la visita de los popes de la OTAN a Estrasburgo se evidencia más como un brindis a la derecha francesa (que lo fía todo a autoridad desbocada), como a su temor de salir trastabillado de las próximas elecciones europeas. En la misma línea hay que situar las medidas de bulldozer xenófobo que ha adoptado contra la solidaridad hacia los inmigrantes indocumentados.
En Estrasburgo, la Policía gala ya dio muestras de las consignas recibidas de la más alta autoridad. Diversos agentes fueron visitando casa por casa todas aquellas que lucían banderas a la calle con los colores del arco iris y las arrancaron. Cuando sus moradores acudieron a denunciar el hecho, recibieron una respuesta fantástica: “Habrá sido iniciativa personal de algunos agentes”. Entre tanto, se anunciaba que los centros de salud habían recibido instrucciones para atender a posibles lesionados: en primer lugar los VIP, luego los antidisturbios y, por último, los manifestantes.
Todas las actuaciones represivas previstas por el Gobierno de París fueron aplicadas con el máximo rigor. Incluso algunos cronistas de televisión tuvieron el tupé de contarnos cuán agresivos eran los manifestantes mientras las imágenes mostraban cómo los antidisturbios les zurraban la badana sin ninguna consideración. ¿Hubo actos de violencia anti-OTAN? Siempre hay quien va buscando jarana, sea porque le gusta, porque le ofrece un desahogo para su rabia, sea porque está a las órdenes de la propia Policía, que se beneficia, a tanto la provocación, de su labor repulsiva.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (13 de abril de 2009).