La política valenciana de altos vuelos abunda en personajes falleros, aunque no acaban de serlo del todo, porque los ninots de las fallas son grotescos, pero eso todo el mundo lo sabe, y precisamente ahí está la gracia, en tanto que los políticos del PP con vara de mando actúan como si fueran gente seria.
En Alicante no hay fallas (allí se llaman fogueres), pero es lo mismo. No hay más que ver a Luis Díaz Alperi, recién dimitido alcalde de la capital, tan trajeado de alpaca en pleno verano, con los picos de su pañuelo desbordando el bolsillo superior de la chaqueta y su ostentóreo alfiler de corbata, a lo Gil y Gil, para saber de qué clase de ninots estamos hablando.
La última ocurrencia de Díaz Alperi, anunciada la víspera de dimitir, fue proclamar que iba a retirar el sueldo a los concejales de la oposición porque, según él, no ayudan la ciudad y se oponen a la mayoría del PP nada más que por oponerse. Sólo le faltó decir: “L’Alacant c’est moi”.
Seguro que es mera coincidencia, pero el anuncio de la dimisión de Díaz Alperi coincidió con la detención en el aeropuerto de Alicante de varios directivos de la promotora inmobiliaria Riviera Coast Invest, cuyo presidente, Roch Tabarot, tiene su sede en Benidorm. Estaban a punto de volar a Marruecos en un avión privado y el juez ordenó su arresto al apreciar la existencia de un alto riesgo de fuga. Seguro que ni Díaz Alperi ni nadie del PP alicantino ha tenido jamás tratos con ellos.
Reconozcamos al exalcalde de Alicante, en todo caso, un rasgo de indiscutible modernidad política: para hacer pública su dimisión, convocó una conferencia de prensa en la que no admitió preguntas. Eso es lo más de lo más en el prontuario del político fashion. La gente cartesiana, como yo, piensa que un personaje público que quiere dar a conocer algo pero no está dispuesto a entrar en detalles, difunde un comunicado precisando su posición y asunto concluido. ¡Qué vulgaridad! Ahora lo que se lleva es convocar a la prensa, rodearse de periodistas, hacer una escueta declaración y, acto seguido, abandonar el escenario, en plan “No comment”.
Es lo que se llama salir por la puerta grande.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (14 de septiembre de 2008).
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