En Francia, y creo que en varios países más, el día reservado para las bromas no es, como aquí, el 28 de diciembre, sino el 1 de abril. “Le poisson d’avril” (el pez de abril, lo llaman ellos), pero el resultado es muy similar: las radios, las televisiones y los diarios incluyen noticias raras (en San Sebastián, durante mi infancia, todos los 28 de diciembre se escapaba Úrsula, la osa del mini zoo del monte Igueldo).
Las tres noticias que hoy ofrezco, 1 de abril, no son peces, y no sólo por lo poco jocosas, sino también porque aunque muy recientes, tampoco son del día.
Primera: un número creciente de soldados israelíes han empezado a vestir unas camisetas deportivas en las que se ve a una mujer palestina en avanzado estado de gestación, enfocada por una mira telescópica. El texto dice: “Un disparo, dos muertos”. Eso se llama economía de medios.
Segunda: los estados más malgastadores de fuentes de energía del planeta se autoimponen un día en el que levantan los diferenciales –preferentemente fuera de horas laborales– para disimular su voracidad y dar cumplida cuenta de su colaboración en la lucha contra el cambio climático. Cinismo se llama eso.
Tercera: el Papa Benedicto XVI pide ayuda a la ONU para afrontar el acoso que los cristianos están sufriendo por culpa del insidioso hostigamiento del laicismo. Eso ni siquiera sabría cómo llamarlo. En todo caso, se llama culto a la personalidad: es evidente que él se cree que es la personificación de la cristiandad entera.
Todo esto es cualquier cosa menos inocente.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (1 de abril de 2009).