La vicepresidenta Fernández de la Vega insistió el miércoles, hablando del encuentro Zapatero-Ibarretxe, en un argumento que Josu Jon Imaz, expresidente del PNV, formuló de manera más argumentada y pormenorizada la pasada semana desde su retiro norteamericano. Ambos –me baso en la más elaborada formulación de Imaz– insisten en que la toma de decisiones importantes para la sociedad vasca por una mayoría no abrumadora podría ser “una aventura” y, en todo caso, sólo “un ejercicio aparentemente democrático”, porque un “proyecto de futuro” requiere inexcusablemente del respaldo de “mayorías amplias y cualificadas”.
Es un argumento que me parece no sólo discutible, sino incluso eventualmente peligroso.
Vayamos por partes.
Lo primero que conviene precisar es que las decisiones tomadas por el voto de la mitad más uno no son “aparentemente democráticas”, sino realmente democráticas. La exigencia de amplias mayorías cualificadas es una práctica parlamentaria limitada a ciertos casos tasados, que no se extiende a las consultas populares. Recuérdese el caso del referéndum de autodeterminación que se celebró en 1995 en Quebec: los anti independentistas vencieron por sólo cinco décimas. Nadie dijo que ésa fuera una victoria inaceptable, ni había intentado descalificar de antemano el propio referéndum arguyendo que no estaba claro el resultado. En España se han tomado en referéndum (así sucedió en 1986) decisiones cruciales que contaron con el apoyo de sólo el 53,09 de los votantes. ¡Y con una abstención del 40,58%!
Hay otro punto crucial: si se impide una votación argumentando que sus partidarios no cuentan con una mayoría amplia y cualificada, el resultado no es que se elude lo nuevo: es que se perpetúa lo viejo. No es que no gane nadie; es que ganan los partidarios del “no”, y sin necesidad de acudir a las urnas.
Desde luego que es mejor que las cosas se hagan con un amplio consenso. Pero, si no hay un gran consenso para un cambio, ¿qué? ¿Se sigue hasta el infinito con lo mismo?
Y que conste que no estoy presuponiendo quién es mayoría y quién es minoría en la Euskadi actual. Eso también debería comprobarse en las urnas.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (9 de mayo de 2008).