Supongo que habrá bastante gente sorprendida por las noticias que hablan de piratas que asaltan barcos en el Índico. Eso de los piratas parecía que había quedado para las novelas de Salgari, las películas de Johnny Depp y los libros de Historia, pero ya se ve que no. En España el fenómeno ha llamado la atención de los medios de comunicación sobre todo porque afecta a los barcos atuneros de por acá, casi todos vascos, pero lo cierto es que la maldición la están sufriendo navíos de bastantes países, y no sólo pesqueros; también mercantes. Según datos oficiales, los piratas del Índico, que operan preferentemente frente a la costa somalí, tienen retenidos en este momento una docena de buques y a no menos de doscientos tripulantes. En lo que va de año han protagonizado una treintena de asaltos.
Los piratas del Índico ponen buen cuidado en actuar más allá de las doscientas millas que marcan la zona marítimo-económica exclusiva de Somalia –eso que también se llama, en expresión un tanto surrealista, “mar territorial”–, de manera que el Gobierno de Mogadiscio queda exento de responsabilidad, aunque todo el mundo sepa que los piratas tienen sus bases en puertos somalíes, desde los que parten y en los que atracan, dicho sea en el más amplio sentido del término.
Pero el asunto tiene más vueltas de lo que parece. Es indignante que haya gente armada que se apodera de barcos en alta mar y que utiliza a sus tripulantes como rehenes, por supuesto. Pero el descontrol que existe sobre todo lo que sucede en las aguas internacionales, exentas de soberanía, no resulta menos abominable.
El mar es una coña marinera. Todos los mares. La voracidad con la que las flotas pesqueras esquilman los recursos marítimos es pavorosa. Vean ustedes los estudios sobre cómo está minorando la población de especies por culpa del exceso de capturas. Las hay ya extintas, y otras en vías de extinción. Y no hablemos de la frivolidad con la que otras flotas transportan mercancías peligrosas o arrojan residuos altamente contaminantes donde les peta.
Sigue habiendo muchos piratas. En los siete mares. Sólo que los piratas de ahora son de muy diverso tipo.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (22 de septiembre de 2008).