Los que tienen clarísmo el valor de la reforma de Bolonia son sus partidarios. Los estudiantes que se hacen lllamar anti-Bolonia se dividen, según los superexpertos, entre los que hablan por hablar, los que se dejan engañar y los agitadores profesionales. El error no puede ser de ellos, porque sólo piensan en el bien del estudiantado y en su futura intersección profesional a escala europea.
La mejor manera de romper ese frente común estudiantil es romperlo, en el sentido literal del término: es decir, darle leña hasta que cante la Gran Boloseña. Y en eso están. ¿Que hay una manifestación, que se produce un encierro? Sús y a ellos. En la carga que pude ver el otro día por la tele, aparte de comprobar que los mossos d’ esquadra se intercambian sus consignas en un castellano molt escaient, comprobé que ellos también tienen muy claro todo: se trata de partir la cara a quien se les ponga por delante, sea estudiante, fotógrafo o mero transeúnte. Todo ello bajo las órdenes de un consejero de Interior que milita en Iniciativa per Catalunya, íntimo aliado de Izquierda Unida.
Pero lo que he visto que subleva más a muchos estudiantes de ahora, ideológicamente hablando, es que los mismos que les envían a la pasma para que les zurren la badana aprovechan la ocasión para echarles discursillos paternalistas sobre lo muchísimo que ellos hicieron allá por el 68, cuando eran gente a la búsqueda del porvenir que más les dictaba su conciencia, y como lucharon a brazo partido con la policía para lograrlo.
Será que quieren pasar la vez.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (24 de marzo de 2009).