Algunos amigos, que saben que colaboro con la radiotelevisión pública vasca y que suelo visitar con cierta frecuencia su sede central en Bilbao, me muestran su extrañeza porque no haya escrito nada sobre el último atentado de ETA. ¿Y por qué habría de hacerlo? Nihil humanum a me alienum puto, dijo Terencio. Nada humano me es ajeno y, precisamente por ello, no es necesario que la barbarie me afecte de cerca para sentirla lacerante. Cuento con muchos amigos y amigas en EiTB, pero me siento igual de solidario con las víctimas del terrorismo que no conozco de nada. Ni falta que hace. Lo que pienso de los atentados de ETA lo he escrito y dicho docenas de veces. No tengo nada que añadir.
De más interés me parece un dato del último Sociómetro Vasco, publicado hace pocos días y muy poco comentado, que revela, entre otras muchas cosas, el creciente desinterés de la población de Euskadi por la política en general. Si el sondeo realizado por el Gobierno Vasco está bien hecho –y no dudo de que lo esté, aunque tampoco pueda certificarlo–, al 77% de la ciudadanía de la Comunidad Autónoma Vasca la política le interesa o poco o nada. El porcentaje de quienes proclaman su franco desapego por la política ha aumentado en un 15% durante la última década. En similar proporción ha disminuido el número de quienes pretenden estar bastante o muy interesados por la política: en 1998 eran el 37%; en 2008, el 21%.
Es una constatación sobre la que todos cuantos tenemos interés por la política, sea como gobernantes centrales, como gobernantes autonómicos, como comentaristas o como terroristas, deberíamos reflexionar. Nuestras pendencias cada vez aburren más al común de los mortales.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (3 de enero de 2009).