Comprendo que Baltasar Garzón no apoye la huelga de los jueces. Aunque su entusiasmo laboral sea más bien limitado (nadie puede acudir a tanto sarao urbi et orbi y tener los codos sobre la mesa hora tras hora), a lo que es incapaz de renunciar es a figurar en las portadas de los diarios y en las imágenes de la tele. Su pulsión de protagonismo es más fuerte que él.
Ayer volvió a demostrarlo.
Dicen que su nueva redada nocturna contra la izquierda abertzale –a la que acudió en persona, cómo no– tiene dos razones de ser. De un lado, pretendería abortar un intento de reconstitución de la Mesa Nacional de HB, Batasuna, EH, EHAK, ANV o como quiera hacerse llamar en el futuro ese tinglado. Del otro, buscaría recabar información sobre los planes de la izquierda abertzale para presentar una candidatura a las próximas elecciones vascas.
El segundo objetivo es absurdo. Ya hay abierta una investigación sobre ese particular, y las diversas policías (porque no faltan: Policía Nacional, Guardia Civil, Ertzaintza) están pasando toda la información disponible a la Fiscalía del Tribunal Supremo. Con bastante antelación, incluso, porque aún no se ha presentado ninguna candidatura, de modo que no parece fácil actuar judicialmente contra algo que no puede ser delito, porque no se ha cometido.
Lo primero es también dudoso, por razones parejas. ¿Es delictivo pretender que una corriente social tenga una representación política y hay que encarcelar a quienes traten de promoverla, incluso antes de que hayan anunciado sus propósitos?
Pero lo más revelador es que la redada se haya montado pocas horas antes de la presentación de las listas electorales. ¡Que por escenografía no quede!
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (24 de enero de 2009). También publicó apunte ese día: Tres años de blog.