El PP vasco no quiere reinar, pero sí gobernar. Sabe que el PSE-PSOE no podría formar con él una coalición de gobierno en Vitoria, entre otras cosas porque eso significaría dar la razón a posteriori a la línea de Nicolás Redondo Terrreros, contra la que consiguió su cargo Patxi López. Pero los jefes de la sucursal vasca de Rajoy saben que, pese a haber sufrido un considerable retroceso electoral, tienen en sus manos la posibilidad de “poner y quitar lehendakaris”, como dijo el miércoles Basagoiti.
Estamos, de hecho, ante dos rehenes mutuos. López no puede permitirse que el PP se le enfade demasiado, porque si le retirara su apoyo (no digo en la elección, sino luego) se vería a los pies de los caballos: quedaría en abrumadora minoría. Pero el PP tendrá que medir con sumo cuidado sus enfados, para no ser acusado de haber facilitado el regreso del PNV a Ajuria Enea.
El primer encuentro entre los socialistas y los peperos vascos, celebrado el pasado jueves, fue muy significativo. Convinieron en su disposición a pactar, pero no ofrecieron ni siquiera un esbozo de sobre qué bases programáticas se podría establecer ese pacto. Al parecer, en lo único que están de acuerdo de momento es en desalojar a Ibarretxe, lo cual, como programa estratégico, no parece tener demasiada hondura. El PP tiene claro lo que quiere: cambiar radicalmente la vigente política educativa y lingüística, dar la vuelta a la tortilla de la radiotelevisión pública vasca, cesar toda subvención a las familias de los presos…
El PSE, que ha basado toda su campaña electoral en el rechazo de los “frentismos”, lo va a tener más que difícil, porque lo que el PP pretende, sobre todas las cosas, es formar un frente.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (14 de marzo de 2009).
Nota.– Hoy he metido muy tarde la columna en el blog. La razón es que las dolencias que he venido sufriendo últimamente se agravaron ayer por la tarde y no me he encontrado en condiciones de sentarme ante el ordenador hasta ahora mismo. Cumplido este ritual, regreso al catre.