Hay veces que las polémicas en boga están claras (o así me lo parece a mí, por lo menos), pero también hay ocasiones en las que, puestos sobre la mesa los elementos de tal o cual disputa, uno no sabe qué pensar. Los platillos de la balanza se ven equilibrados.
Hablo hoy de un caso concreto: el del trasvase financiero entre zonas ricas y zonas pobres dentro del mismo Estado.
Los dirigentes de algunas zonas pudientes sostienen que hay administraciones de zonas pobres que se han acostumbrado a vivir de las subvenciones externas. Y aquellos que padecen las limitaciones de las zonas pobres dicen que la solidaridad interterritorial está para algo y que quienes tienen más han de respaldar a quienes tienen menos.
No es cosa sólo de España. El debate está también muy vivo en Italia (Norte-Sur) y, a su modo (Este-Oeste), igualmente en Alemania.
El problema es muy complicado. Por varias razones.
Una: ¿por qué ha de ser así dentro de las fronteras de cada Estado y no a escala mundial? ¿Por qué las áreas más prósperas de España, Italia o Alemania deben subvenir a las regiones con menos posibles de su propia demarcación estatal, pero el Primer Mundo puede contemplar con displicente conmiseración cómo buena parte del planeta se hunde en la miseria? ¿Por nacionalismo?
Otra consideración: ¿en qué medida las ayudas exteriores no dificultan que los gobiernos de las zonas más débiles luchen por afrontar la vida con sus propias fuerzas?
Otra más: ¿por qué se considera un principio indiscutible que las áreas más ricas de cada Estado están obligadas a ayudar a las más pobres, pero no hay ningún principio consagrado que fuerce a las personas más ricas, estén donde estén, a equilibrar sus ingresos con las más pobres, así sean de su propio municipio? ¿Es inaceptable la diferencia entre el nivel de vida de Cataluña y el de Extremadura, pero no lo es, en cambio, el abismo que hay entre el tren de vida de los Botín, por poner un ejemplo, y el de los vecinos de Entrevías?
No pretendo que unas desigualdades justifiquen o permitan olvidar las otras. Me limito a resaltar que las desigualdades son muchas. ¿Por qué tomarse a pecho sólo algunas?
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (30 de abril de 2008).