Una comisión de expertos formada a instancias de la Diputación de Álava ha determinado que los famosos grafitos encontrados hace dos años en el yacimiento romano de Iruña Veleia, a unos 10 kilómetros de Vitoria, no pueden tomarse por veraces. Las inscripciones en euskara, que se nos dijo en su momento que databan de entre los siglos III y V de nuestra era, contienen, por lo visto, graves incongruencias y anacronismos, aparte de muestras de manipulación, que las vuelven increíbles.
Pregunta elemental: si las muestras de la falta de fiabilidad de esos grafitos son tan llamativas, ¿cómo puede ser que hayan tardado dos años en apreciarlas y denunciarlas, permitiendo entre tanto que el pueblo llano se tomara como verdad lo que era un montaje?
No soy muy dado a la arqueología, así que este episodio tampoco es que me haya llegado al alma, pero ha reforzado mi natural escepticismo hacia cuanto se nos suministra a diario en forma de noticias contrastadas.
Conocí a una buena señora que se fue a la tumba sin apearse de su convicción de que era una patraña que una nave espacial de los EE.UU. hubiera llevado hombres a la luna. Decía que los mandamases de Washington mienten más que hablan y son capaces de inventarse cualquier cosa con tal de darse ínfulas. En esa misma línea, muchos siguen sin creerse que los atentados del 11-S (al menos el del avión que se estrelló en el Pentágono) sucedieran tal como pretende la versión oficial. Por no hablar del asesinato de Kennedy.
Sin apuntarme a ninguna tesis específica en relación con nada, entiendo que haya gente que dude de casi todo lo que le cuentan. Si te han mentido mil veces, ¿por qué vas a suponer que no tratarán de engañarte otras mil más?
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (22 de noviembre de 2008).