Vivimos en un mundo político en el que la retórica chapucera sustituye cada dos por tres tanto a la reflexión serena como a la ética.
La alcaldesa de Arrasate-Mondragón, militante de ANV, afirma que ella no condena los atentados de ETA porque “condenar no sirve para nada”.
Supongo que no se creerá lo que dice. (Tampoco es cosa de presuponerle más rasgos negativos de los estrictamente imprescindibles.)
Su condena de los atentados de ETA serviría, de entrada, para que supiéramos que los repudia, cosa que dista de estar clara, por decirlo bondadosamente. No es que su opinión al respecto sea de enorme trascendencia para el destino de la Humanidad, pero tendría alguna repercusión, incluso entre sus propias huestes. En segundo lugar, serviría para que cuando ella y sus socias y socios de partido formulan otras condenas, cosa que efectúan con meritoria frecuencia, no pensemos que nos están tomando deliberadamente el pelo. Si creen que “condenar no sirve para nada”, ¿por qué emiten tantas otras repulsas?
Viene a continuación Gaspar Llamazares, que se ve que se crece con el castigo, y amenaza con expulsar de IU a los concejales de Ezker Batua de Mondragón.
Otro que vive de cara a la galería. Sabe que carece de atribuciones no ya para cumplir la amenaza, sino incluso para formularla. Si quiere abrir un debate sobre las razones por las que los ediles de EB y de otros partidos no secundan la moción de censura del PSOE contra la alcaldesa de Mondragón, es perfectamente libre de hacerlo, y muchos se lo agradeceríamos, porque echamos de menos las polémicas en profundidad. Pero tendría que refutar los argumentos políticos que esgrimen los que han tomado esa decisión, y no refugiarse en simplezas como que no cabe consentir que continúe en su cargo una alcaldesa “que no se compadece por lo sufrido por un vecino”. De atenerse a principios de ese tenor, IU no podría respaldar casi ningún gobierno municipal, incluyendo algunos que presiden militantes de su propio partido.
No estoy exigiendo que los debates políticos se sustenten en argumentos rigurosos. Asumo que eso es ya una utopía. Me limito a denunciar la chapucería contraria.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (19 de abril de 2008). También publicó apunte ese día: Es conferencia.