Bolivia se ha convertido en el tercer país de Latinoamérica declarado por la UNESCO “territorio libre de analfabetismo”. En los tres años de mandato de Evo Morales, un ambicioso plan de enseñanza en el que el presidente ha puesto un gran empeño ha permitido que hayan aprendido a leer y escribir casi un millón de personas, la gran mayoría de ellas mujeres quechuas, aimaras y guaraníes. Eso ha reducido la tasa de analfabetismo, que se cifraba en torno al 15% de la población, a menos del 4%, porcentaje que la organización especializada de las Naciones Unidas tiene establecido para considerar que un país está alfabetizado.
El programa educativo promovido por Evo Morales ha contado con un fuerte apoyo solidario de los otros dos países de América Latina a los que la UNESCO considera “territorios libres de analfabetismo”, que son Cuba y Venezuela. Ambos han aportado a la campaña boliviana de alfabetización no sólo enseñantes especializados sino también material didáctico de elevado coste, incluyendo televisores y vídeos. Como quiera que muchas de las comunidades indígenas en las que se volcó el plan carecían de electricidad, Venezuela instaló 8.350 paneles solares. Quedaba el problema de que muchas personas, sobre todo mayores, tenían dificultades ópticas para seguir los cursos. Cuba aportó 212.000 gafas.
Retengamos el dato de que, a día de hoy, los únicos tres países de toda América Latina a los que la UNESCO considera alfabetizados son Cuba, Venezuela y Bolivia. Ni Chile, ni Argentina, ni México, ni mucho menos Colombia, ojito derecho de las potencias occidentales.
¿Qué pretendo demostrar contando esto? Nada. Me conformo con aportar datos que ayudan a pensar.
Javier Ortiz. El dedo en la llaga, diario Público (23 de diciembre de 2008).