A media mañana emprenderé camino hacia Vitoria-Gasteiz. Espero que las carreteras se encuentren en buen estado. Ni la Dirección General de Tráfico ni el Instituto Nacional de Meteorología prevén dificultades mayores, salvo algunos posibles bancos de niebla a la altura de Miranda de Ebro. Salgo con tiempo para poder conducir con toda la tranquilidad del mundo, cuidando de no sobrepasar los límites de velocidad autorizados, que las cosas no están para bromas.
He adelantado el comienzo de mi periplo navideño porque quiero asistir a la recepción que ofrecerá esta tarde el lehendakari Ibarretxe «a los representantes de la sociedad vasca» (es la fórmula protocolaria utilizada). Suele hacerlo todos los años por estas fechas. No siempre acudo, pero en esta ocasión tengo un interés especial en estar presente. Supongo que se acercará por la Lehendakaritza buena parte de la clase política vasca. Eso me proporcionará la posibilidad de recoger bastantes impresiones sobre la coyuntura. Nada muy profundo, claro –ya se sabe cómo son las conversaciones de este género, a salto de mata–, pero tal vez ilustrativo.
Supongo que la estrella del día será Alfredo Pérez Rubalcaba y sus declaraciones de ayer, en las que vino a confirmar que ETA y el Gobierno han celebrado una reunión, aunque de carácter meramente preliminar. Hay que suponer que se trata de una reunión directa, no realizada a través de intermediarios. No es gran cosa, pero tiene su importancia, habida cuenta de los rumores que venían corriendo sobre una inminente declaración de ETA dando la tregua por rota. La celebración de la reunión no certifica nada por sí sola, desde luego. Además, hay que poner el dato en relación con las declaraciones realizadas ayer también por algunos dirigentes de Batasuna, en las que insistieron en que «el proceso» pasa por momentos muy delicados y no hay nada que pueda darse ya por adquirido.
Veré qué me cuentan, por aquí y por allá, y ya iré dando cuenta de mis impresiones en apuntes sucesivos. En todo caso, empezaría por recomendar que nadie se deje impresionar por los comentaristas de tipo ciclotímico, que pasan del optimismo al pesimismo y del pesimismo al optimismo varias veces todas las semanas.