Mi Dedo en la llaga de hoy en Público es, en parte, una autocrítica.
Hubo un tiempo en el que –en conversaciones privadas, creo que nunca en público– critiqué a Fernán-Gómez por haber aceptado papeles de protagonista en películas espantosas, algunas de ellas políticamente infumables.
Es una crítica de la que he acabado apeándome –o desdibujándola muchísimo– por dos razones.
La primera es que la toma de conciencia política de Fernán-Gómez fue paulatina: no nació siendo de izquierdas.
A nadie se le puede reclamar que tenga desde su primera juventud la lucidez a la que llegó de adulto. Bastante mérito tuvo alcanzándola con el tiempo.
La segunda, y principal, es la que trato de amagar en mi columna: la mayor parte de la gente trabaja, sencillamente, donde le dejan, donde le llaman y donde le pagan. Porque tiene que comer.
Obviamente, todo tiene sus límites. Si uno es electricista y le encargan del mantenimiento de los electrodos utilizados para torturar a los detenidos en un cuartel de Policía, es lógico que se plantee renunciar al trabajo. Pero también es cierto que un electricista puede buscarse una salida no sólo en muchas empresas, sino también en diferentes países, en tanto que un actor lo tiene mucho más crudo. (Aparte que, como decía arriba, todo depende de la radicalidad de sus ideas, y hasta de su edad. Cuando yo me fui al exilio, ya sabía que en Francia no necesitaban profesores de latín que hablaran mal el francés, pero eso me pareció secundario. Para empezar, porque o salía por piernas o la Policía de Franco se encargaba de que no trabajara ni de profesor de latín ni de nada. Y luego porque, con 21 años, no se me hacía muy cuesta arriba emprender otro camino laboral, como el que inicié en Burdeos consiguiendo un empleo como pintor de brocha gorda y vidriero. Lo dejé año y pico después, y a correr.)
Fernán-Gómez solía decir que él tendía a aceptar cuanto trabajo le ofrecían. Por dos razones. La primera, porque nunca sabía si ese trabajo, aunque fuera en una obra menor o dudosa, podía permitirle mejorarse como actor. La segunda, porque necesitaba tener ingresos, como todo pichichi.
A mi modestísima escala, y en condiciones históricas mucho más favorables a las de los años cuarenta y cincuenta, yo he hecho lo mismo que él, o que Paco Rabal, que trabajó en películas radicalmente anticomunistas siendo comunista.
Ni sé la cantidad de veces que me habrá tocado responder desde 1996 a 2007 a la pregunta: “Y tú, ¿cómo puedes escribir en El Mundo, siendo tu propia línea política tan opuesta?” Una y otra vez he debido responder: “Es que mi única especialidad es escribir artículos de opinión, y en El Mundo me permiten opinar lo que me da la gana, y lo publican en cientos de miles de ejemplares, y me pagan relativamente bien por ello, y no sé de ningún otro periódico que me ofrezca una alternativa mejor”. Cuando llegó Público y me ofreció una alternativa mejor (aunque no en todos esos planos, claro), cambié de empresa. A lo que no me habría avenido en ningún caso –no voluntariamente, entiéndaseme– es a dejar de publicar (punto uno) y a quedarme en la indigencia (punto dos).
Es casi absurdo tener que explicar algo tan obvio. Pero es que hay mucha gente que se cree que los creativos (todos, por definición, por el hecho de serlo) pueden imponer en qué condiciones, cuándo, cómo, en qué y para quién trabajan.
Uno de estos días he leído que no sé qué superstar de Hollywood se ha quedado sin un multimillonario contrato para la realización de una película porque la productora no aceptaba algunos cambios que reclamaba en el guión. Si quienes aseguran ingresos de muchos millones de dólares se ven en trances así, ¿qué no será de quienes ni tan siquiera aportan un seguro de éxito?
Más grave es que alguien como yo, que debería saberse estas cosas de memoria, haya tenido alguna vez la debilidad de ponerse estricto con otros que deberían haberle merecido bastante más comprensión, si es que no mucho más respeto.
Comentarios
Escrito por: mik.2007/11/24 11:59:16.618000 GMT+1
Creo que en cierto modo el comentario de Mik es también algo injusto. Yo agradezco a Fernán Gómez que no haya sido el típico "acrata de salón", que se ha llenado la boca exhibiendo su anarquismo y luego ha terminado reconvertido en todo lo contrario. Le agradezco también que haya sido más o menos coherente en su trayectoria pública y privada con sus ideas libertarias. Y le agradezco también que en muchos momentos haya hecho pública su simpatía hacia el anarcosindicalismo o su militancia en la CNT: Fernán Gómez participó en el mitin de Montjuic en 1977 junto a Emma Cohen, militó en el Sindicato de Espectáculos de la CNT durante algún tiempo en la transición (creo que ya lo había hecho en los años de la guerra civil) y ha hecho gala de su anarquismo en muchos y muy diversos foros: por ejemplo, haciendo un clásico saludo libertario (manos unidas sobre la cabeza) cuando le fue entregado un premio, o ahora, con motivo de su desaparición.
Otra cosa es que los medios hayan sido muy reacios a destacar este aspecto de su personalidad. Y lo han hecho hasta que, literalmente, les ha sido completamente imposible ocultarlo. Por ello y por tantas cosas, Fernando Fernán Gómez siempre ha sido un personaje por el que he sentido y siento una enorme simpatía.
Escrito por: Juan Bautista.2007/11/24 13:17:2.569000 GMT+1
Este artículo es una de las razones porque le sigo leyendo. Muchas veces no estoy de acuerdo con usted, otras veces me parece injusto, pero no es raro que, igual que ha hecho hoy, reconozca sus errores y dé muestras de honradez intelectual. Estos son los artículos que le hacen grande, señor Ortiz.
Escrito por: A.B..2007/11/24 15:40:39.507000 GMT+1
Juan Bautista,le vi ayer en un documental decir que durante la guerra estaba deseando que ganaran los militares (asi los llamo).
Eso si,dijo que se le paso a los 15 dias.
Por lo demas estoy muy de acuerdo con A.B.
Escrito por: MAX.2007/11/24 16:56:42.506000 GMT+1
Mik, una cosa es que tú no estuvieras al tanto de sus ideas políticas (cosa que puede pasar, porque Fernando era actor, no político en plena campaña), y otra muy distinta que él fuese "tibio" o ambiguo a la hora de mostrar sus ideas, como da la impresión que le reprochas. Copio aquí un par de citas de Fernando:
“los policías a quienes buscan, descubren, persiguen y atacan con tenacidad y furia, más que a los delincuentes, es a aquellos ciudadanos que no piensan ni dicen lo que les han ordenado sus amos, los jefes de la policía, los inventores de las leyes, los dueños de la tierra y el dinero” (en un artículo sobre el asesinato del jóven anarquista Carlo Giuliani)
"Yo pienso más bien en el amor libre, en la supresión de propiedad privada, en la entrega de las tierras a los trabajadores, en la enseñanza igualitaria y obligatoria. Y no me parece que las películas españolas sean muy de izquierdas" (en una entrevista en "Hoy")
Escrito por: Llada.2007/11/25 05:36:51.784000 GMT+1
www.davidllada.blogspot.com
Hasta hace no demasiados años, los cómicos, como cualquier otro funcionario al servicio del poder, tenían que someterse, disimular sus inclinaciones ideológicas y cuando no era así eran desterrados a los caminos… siempre han estado obligados a representar el lado frívolo de la vida por razones de pura supervivencia… lo de la conciencia política es algo relativamente reciente…. Por pura lógica física y psicológica la arquitectura de un actor, es su enorme capacidad de cambio, su sentido de lo histriónico, la apostura y arrogancia, su magnífica voz, un lujo de actor; D. Fernando Fernán Gómez
Escrito por: Apie de Obra.2007/11/27 12:36:12.499000 GMT+1