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2006/10/24 08:00:00 GMT+2

Un sueño paramilitar

Alguna vez he contado –no sé si aquí, o dónde– cómo mis sueños suelen ser bastante aburridos. Sueño con situaciones triviales, tediosamente cotidianas. Por ejemplo: voy paseando, una abuela me para y me pregunta si sé dónde está una calle, le digo que no y se acaba el sueño. O entro en la panadería, compro dos barras de pan, pago y salgo. Son sueños como para dejar en el paro a todos los psicoanalistas freudianos del mundo. Por eso, las poquísimas veces que he soñado algo curioso y extraño, lo he repasado para tratar de averiguar con qué material de mi vida diurna lo había fabricado y por qué ese hecho (o noticia, o lectura, o lo que fuere) le llamó la atención a mi subconsciente, por lo general tan remiso.

Hoy he soñado que una nutrida banda de paramilitares colombianos (colombianos, en concreto) se había hecho con el control de toda la franja cantábrica española y que estaban sembrando el terror patrullando las calles, deteniendo e internando en unas como naves de fábrica a todos los colombianos que localizaban. En principio no se metían con los españoles, pero sus maneras violentas resultaban terroríficas y no dudaban en disparar y matar a quienes les oponían resistencia. Habían conseguido poner a su servicio a las emisoras de radio y televisión españolas de la zona (sic) pero yo telefoneaba a Colombia (sic!) y me enteraba de que allí la situación era totalmente normal. En esto que entraba en una de las naves de internamiento, que en ese momento estaba vacía, y veía que allí era imposible permanecer, porque el agua corría en riachuelos por el suelo, que era de tierra [Observación.– Lo del agua puede tener explicación porque suelo dormir con la ventana abierta y esta noche ha llovido bastante en Madrid.] El caso es que el estado de aquel lugar insalubre me indignaba y me dirigía a los paramilitares colombianos para decirles que esa situación era inaceptable [Otra observación.– En ese momento del sueño se me ocurría que quizá lo que debería hacer era acudir a un puesto de la Guardia Civil o del Ejército español (?) para reclamar que tomaran cartas en el asunto, pero ni lo hacía ni se me ocurría preguntarme por qué las autoridades españolas se mantenían ajenas a todo aquello.] Ante mis protestas, los paramilitares me arrestaban, me ponían una pistola en la mano y me decían que o mataba a un hombre al que habían capturado (un hombre de alguna notoriedad pública en Euskadi, con el que tengo un cierto trato pero que no me produce sentimientos particulares, ni de simpatía ni de antipatía) o, si no, ellos me mataban a mí. Entonces yo me quedaba petrificado, pensando que la vida del menda en cuestión me importa una higa, pero que yo no podía inclinarme ante ese chantaje y que, de todos modos, vaya un modo más imbécil de morir. En ésas estaba cuando me he despertado, sin que quedara claro si tengo alma de héroe o de asesino ocasional.

He repasado las noticias de ayer, incluyendo las de la noche (suelo dormirme con la radio encendida, en la modalidad de sleep, y sé que a veces uno oye cosas en la fase inicial del sueño que incorpora al acopio del día). Pero nada me sugiere nada. No encuentro rastro ni de paramilitares, ni de Colombia, ni de ocupación de la cornisa cantábrica (exceptúo la actividad policial sobre las Herriko Tabernak: estaría demasiado traído por los pelos, incluso tratándose de mí) y tampoco me aparece para nada el personaje público al que me tocaba matar.

El caso es que me he quedado francamente intrigado. Y por eso me he puesto a contarlo, a ver si al objetivarlo se me desvelaba la clave. Pero nada.

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Disculpas. En mi apunte "divagador" de ayer hice una referencia a un centro de parálisis cerebral, dedicado a la infanta Elena, en la que me tomaba esa enfermedad como si implicara la incapacidad para utilizar el cerebro para razonar. Lo cual fue sólo muestra de la incapacidad que tengo yo para utilizar a veces mi cerebro para razonar. Un muy digno, inteligente y republicano lector de estos Apuntes que padece los inconvenientes de esa enfermedad me ha afeado el error, no sólo importante, sino también desagradable. Me disculpo ante él y ante todos por mi frivolidad y mi torpeza.


Escrito por: ortiz.2006/10/24 08:00:00 GMT+2
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