Este viernes se va a cumplir el primer aniversario de la aparición de Público, en el que he publicado una columna todos los días, sin excepción, cosa que me dispongo a seguir haciendo en el futuro, y que sea por muchos años. (Por cuatro más, al menos, que son los que me faltan para alcanzar el estado de feliz pensionista, momento en el que, si me da por ahí, quizá me retire del mundanal ruido y me dedique a labrar mi predio, como Cincinato, siempre que no se hayan hundido en el ínterin el Estado y una importante corporación dedicada a planes de pensiones en la que he ido metiendo mis ahorros.)
Muchos conocidos me preguntan sobre “la cara oculta” de Público: que cómo va de ventas, que qué relaciones tiene con éstos o con los otros, que qué papel juegan Fulano o Mengano en su estructura interna… Mis más cercanos no me hacen ese tipo de preguntas, porque saben que no sé nada. Fui tres o cuatro veces a la Redacción hace ahora un año para tratar de aspectos técnicos de mi colaboración y desde entonces no he vuelto. Envío todos los días mis columnas y cobro a fin de mes; eso es todo. Cuando me entero de que hay gente que me atribuye labores de censor y otras semejantes, me entra la risa.
De modo que mi punto de vista sobre el periódico bebe en las mismas fuentes de las que dispone cualquiera que vaya a un kiosco y lo compre a diario. Y pinta lo mismo.
Fuera de eso, dejo claro que mi opinión sobre Público es favorable. Por tres razones que enumero por orden, de menor a mayor. La primera, obvia: porque es el diario que me proporciona el sustento. La segunda, social y corporativa: da trabajo a mucha gente, en una profesión que acumula parados a espuertas. Y la tercera y principal: acoge informaciones y opiniones críticas que ya no es posible encontrar en ningún otro diario (diario, insisto), salvo como anécdota.
También incluye cosas que no me gustan nada, por supuesto. Pero jamás imaginé que pudiera ser de otra manera.
Una de sonido
He leído que Neil Young, por el que mantengo una simpatía que viene de muy antiguo, se queja de la pobre calidad de sonido que ofrecen los artilugios modernos, con el mp3 en cabeza. Comenta el combativo canadiense, a modo de anécdota, que cuando visitó al patrón de Apple, Steve Jobs, comprobó que en su salón tiene elepés y un giradiscos.
Me ha hecho gracia, porque yo también sigo conservando una importante colección de elepés y los pongo con frecuencia. Por tener, hasta tengo discos de baquelita, de los de 78 r.p.m.
Los elepés siguen ofreciendo aún hoy la mejor calidad de sonido, siempre que uno cuente con un buen plato, un buen amplificador y unos buenos altavoces. Hace poco me lo explicó un técnico. Se ve que es cuestión de gamas de frecuencia, picos de agudos y graves y cosas de ésas de las que no sé nada. Pero las noto.
El problema es que la gente no puede tener en el coche, o cuando viaja en el metro, o en el autobús, o cuando está en el trabajo, un buen plato, un buen amplificador y unos buenos altavoces. La mayoría ni siquiera puede permitirse el lujo de tenerlos en casa.
Eso sin contar con que es muy poco el personal que distingue un buen sonido de un sonido mediocre, o malo, tipo chumpachumpachún.
Para la música de masas que se oye en la actualidad, con el chumpachumpachún basta y sobra.
Comentarios
Aunque no creo que el sonido del vinilo sea mejor,por si mismo, que el del CD (o el de un audio comprimido a 320 Kbps) me alegra saber que quedamos muchos defensores del vinilo.
Escrito por: uno_de_los_nuestros.2008/09/23 08:00:51.076000 GMT+2
Hola, personalmente creo que el vinilo sí que suena mejor (conservo todavía unos cuantos), más “calentito”, por así decirlo. Creo que con la tecnología digital aplicada al sonido –desde el estudio de grabación hasta el oído del oyente- se han perdido muchos matices que a muchos de los nuevos melómanos que hasta ahora solo han oído música en soporte digital –que los hay, aunque minoritarios; asociar los nuevos soportes solo con la “música de consumo” es pintar con brocha gorda- les suele sorprender enormemente a poco que le dediquen un rato. Pero Javier da en la diana: ¿Quién tiene, hoy día, sitio en casa para tener un buen giradiscos con su buen amplificador y sus altavoces, que suelen ser de gran tamaño? Yo conozco muy pocas casas, de personas mas o menos de mi generación (32), en la que puedas montar un equipo de este tipo. En la casa de mis padres, pues sí, cabe –sigue ahí- un equipo de ese tipo, pero en la mía y en la de la mayoría de la gente de mi edad que conozco…
Un saludo!!!!
Escrito por: Oscar.2008/09/23 08:24:47.094000 GMT+2
Salud!
Escrito por: Daniel.2008/09/23 08:39:22.003000 GMT+2
http://danielm.eu
En esta línea, ocurre lo mismo con la tele, (el LCD tiene peor calidad que el TRC), con los CDs (Interesante este artículo: sobre la calidad del sonido de hoy.) y con el TDT (conozco comunidades de vecinos donde han convertido la TDT a analógica para poder seguir viendo la tele si decodificador!). Volver al vinilo me parece un poco demasiado. Entiendo que el sonido de un vinilo se nos haga familiar y nos recuerde a épocas pasadas, pero no estoy seguro de que la calidad sea mejor.
Escrito por: Gari.2008/09/23 08:42:2.795000 GMT+2
http://eibar.org/blogak/teknosexua
¡Ay, Javier! Yo también conservo viejos LPs, todavía en buen uso, y un plato reproductor de buena calidad. No tengo ningún aparatito de música portátil (ni MP3, ni nada) porque la música me gusta oírla en reposo, en casa. Por la calle prefiero mirar, observar, pensar.
Pero los años no perdonan, y el oído va perdiendo su capacidad de recibir todo el espectro de audiofrecuencias. Y de gozar con ello.
Reescucho discos antiguos y tengo que recurrir a la memoria de cómo sonaban cuando los oía sin limitaciones. Así que, Javier, no es solo cuestión de educación del gusto sonoro, sino de conservar las capacidades auditivas que el paso de los años va deteriorando. Pero siempre queda la memoria sonora que permite recordar como sonaba el violín entre las manos de Yehudi Menuhin en el concierto de Brahms.
Al fin y al cabo, Beethoven estaba sordo cuando componía su mejor música. Siempre sirve de consuelo...
Escrito por: Alberto Amezaga.2008/09/23 10:06:15.109000 GMT+2
Escrito por: Ego.2008/09/23 12:34:1.644000 GMT+2
Escrito por: eddie.2008/09/23 14:02:5.717000 GMT+2
También yo conservo los vinilos, incluidos los de 45 r.p.m. y los de 78 r.p.m. Les encuentro la pega de los tac, tac, tac, cuando se estropea alguna estría.
Me ha gustado el artículo en Público. Para mí no es que sea una úlcera, es el cancer que hemos heredado los vascos del franquismo y que perjudica principalmente al nacionalismo vasco, razón por la cual el Estado español y los nacionalistas españoles, sobre todo los ultras, que son legión en todos los partidos, lo sigue manteniedo. Y ya sabemos que los cánceres acaban en metástasis. Éste también.
Escrito por: Gorka.2008/09/23 18:21:54.316000 GMT+2
imiprc
El articulo de hoy se lee en un segundo, es brillante, tenso, pero al rato un rato largo, empiezas a ver que ha sido redactado de prisa
y corriendo ¿Como que eta no ha tenido su Sinn Feinn ? que era o es Batasuna. De siempre nos han dicho que eta es el brazo armado y que Batasuna y otras siglas eran la rama politica, por tanto aqui cumplieron la consigna de Mao .
Escrito por: cantabro.2008/09/23 20:56:1.744000 GMT+2
Eta,ni ulcera
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¡Poder al público!
26-9-2008 (Público, Suplemento especial 1er aniversario)
Septiembre, 1987. El Real Madrid se enfrenta al Nápoles de Maradona con el Bernabéu cerrado al público por sanción disciplinaria. El partido se retransmite íntegramente por televisión. Baudrillard encontró en este acontecimiento la metáfora exacta de nuestra organización social: "los asuntos de la propia política deben desarrollarse en cierto modo ante un estadio vacío (la forma vacía de la representación) del que ha sido expulsado cualquier público real en tanto que susceptible de pasiones demasiado vivas y de donde sólo emana una retranscripción televisiva (las pantallas, las curvas, los sondeos)".
La cultura consensual, que gobernó sin réplica durante los años 80 y 90, es efectivamente un sistema de información centralizado y unidireccional, donde los expertos y los intelectuales mediáticos tienen el monopolio de la palabra, las audiencias están sometidas y existen temas intocables.
Seattle, 1999. El público regresa al estadio del que había sido expulsado, aprovechando la transformación del contexto tecnológico para saltarse las mediaciones y producir las herramientas que le permitan narrar en primera persona lo que vive. Por ejemplo, la red mundial de indymedias se crea bajo la consigna "don't hate the media, become the media!" y con la idea de alentar una construcción colectiva de la actualidad. Las audiencias se rebelan, se convierten ellas mismas en medio de comunicación. En 2001, durante los acontecimientos de la cumbre de Génova, fue sintomático observar cómo la edición digital de El País "robaba" la información a los propios medios independientes.
España, 2004. Lo que ocurre tras el 11-M demuestra que el público tiene autonomía con respecto al bombardeo de la mentira y la saturación de imágenes consensuales. El "estadio vacío" de la representación entra en crisis. Ahora el público abuchea, pita, boicotea, silba o simplemente se muestra indiferente a la seducción. El voto es cada vez una opción más instrumental, los tabúes políticos caen (atacados también desde la nueva derecha 2.0), la burla de la representación es general ("baila el
chikichiki", ¿recuerdas?). Las herramientas comunicativas ni siquiera están en manos ya de los activistas, sino que se han socializado entre el público cualquiera (pensemos en el papel de los blogs en el surgimiento de V de Vivienda).
Hace poco uno de los popes de la cultura consensual en declive se despachaba histérico contra "los desconocidos del ilegible diario Público". Desde luego hay que alegrarse siempre de ser "desconocido" e "ilegible" para los códigos dominantes, es buena señal. Efectivamente, este periódico ha cuestionado tabúes hasta ahora atados y bien atados, ensanchando así la realidad: por ejemplo, la situación de la vivienda o de la precariedad, el modelo dominante de propiedad intelectual, el juicio 18/98 o la desinformación sobre Venezuela.
Pero aún queda mucho por hacer para que "este periódico [nos] pertenezca", como dice su publicidad. ¿Cómo conectar con ese público que ha vuelto al estadio vacío sin pretender dirigir su percepción ni aleccionarlo?
Dos ideas muy básicas. En primer lugar, sería un error interpretar el nuevo protagonismo social como un fenómeno "de izquierdas". Si la derecha sólo puede vender miedo, la única mercancía de la izquierda electoral es el miedo al miedo. Por eso reducir la información a consigna ("caña al PP") distancia. Se trata más bien de escuchar a lo social y transcribir su complejidad.
En segundo lugar, Público tiene una ventaja: no teme a la red. Una manifestante chilena del movimiento de los "pingüinos" decía: "el arma es internet y allí los políticos vejetes no cachan lo que pasa. Ellos sólo la usan para mirar mujeres en bolas". El País, faro de la cultura consensual, ni siquiera permite comentar sus noticias, que es la forma más baja de participación. Pero hay que ir mucho más allá, inventar espacios de autogestión y comunicación directa para el público (un
ejemplo sería el papel del wiki de escolar.net durante V de Vivienda).
No expropiar a la gente de su capacidad de pensar y de crear pasa por dejar que las herramientas se te vayan -al menos un poco- de las manos, por dejarse desbordar.
Público, ¡no falléis a la grada!
Amador Fernández-Savater es editor (www.acuarelalibros.com)
Escrito por: Ángela .2008/09/26 14:20:9.969000 GMT+2
Escrito por: Buddy.2008/10/02 16:59:36.932000 GMT+2
No creo que el disco de vinilo tenga mejor nitidez que un disco compacto. Sin embargo, el disco de vinilo tiene mayor encanto. El hecho de sacarlo de la funda, limpiarlo, ponerlo en el toca discos, colocar la aguja…es un placer. Es todo un ritual, hay tiempo para darse cuenta de lo que se está haciendo. Creo que, esa, es la mayor diferencia.
Saludos,
Mariana
Gracias.
Escrito por: Relatos.2008/12/09 06:20:33.442000 GMT+1
http://www.nocuentos.com/relatos.php