El sábado decidí cambiar la columna que tenía prevista en Público y mandé otra para sustituirla. No tuve suerte y, por problemas de coordinación interna del periódico, no se produjo el cambio requerido, con lo que salió una columna en el periódico y otra en mi blog personal. Hoy (todavía no lo sé, porque estoy escribiendo esto de madrugada) es fácil que ocurra lo contrario.
No vale la pena que nadie se tome el trabajo de imaginar problemas que vayan más allá de los meramente funcionales.
Desde hace algunas semanas, vengo recibiendo bastantes correos electrónicos cuyos remitentes hacen elucubraciones que parten del dato de la colocación mejor o peor de mis columnas dentro de la edición digital de Público. Pierden el tiempo. Es algo que no responde por sistema a ninguna decisión humana, ni amable ni perversa, sino al funcionamiento de un robot, que va acumulando las columnas de los colaboradores en función de su hora de entrada, de modo que las más madrugadoras, como suelen ser las mías, tienden a aparecer al final. Ha bastado con retrasar el toque final de las últimas para que hayan aparecido en posiciones preferentes. Es así de sencillo.
Otra cosa es que todo se pudiera hacer mejor, pero para eso Público necesitaría tener una plantilla más amplia, y un periódico en sus comienzos está obligado a vigilar muy mucho su cartera. He asistido ya en primera persona al nacimiento de tres diarios de información general (Liberación, El Mundo y Público) y sé de qué hablo. El que se planteó la cosa de manera más altruista, Liberación, fue el que se dio más prisa en fenecer.
Puestos a especular, los ha habido que también han especulado con el hecho de que yo asistiera el pasado jueves a la presentación en Madrid de la biografía de Pedro J. Ramírez y de que El Mundo decidiera destacar al día siguiente mi asistencia al acto, publicando una fotografía que daba cuenta de ella. Los habituales de esta web saben que, pese a nuestras muy profundas diferencias ideológicas y políticas, tengo buena relación personal con Ramírez, que me ha demostrado reiteradamente su aprecio personal y profesional, cosa que siempre he agradecido, aunque no lo manifestara mientras trabajé para él, en aplicación de uno de mis principios privados: “Contra el patrón como contra la Patria: con razón o sin ella”.
Fui al acto porque me apetecía, charlamos un rato y quedamos en seguir charlando. Eso es todo. No lo hice pensando en ningún futurible, entre otras cosas porque casi carezco de futuro: me jubilo dentro de cuatro años y medio. Y tengo unas ganas de mandar el periodismo (eso en lo que ha acabado por convertirse) a freír espárragos…
Comentarios
Escrito por: Gorka.2008/05/12 12:19:16.825000 GMT+2
elspqg
Una exposición clara de las cosas. Una vergüenza a la cual perferimos darle la espalda.
Se puede decir más alto pero no más claro.
Gracias Javier por ayudarnos a mantener los ojos abiertos.
un saludo
Escrito por: bitxulo.2008/05/13 09:58:50.564000 GMT+2