Pregunta.– La medida adoptada ayer por el Gobierno con respecto a la situación penitenciara de De Juana, ¿es la cesión a un chantaje de ETA?
Respuesta.– No «de ETA», para empezar. De Juana inició su huelga de hambre por iniciativa propia, sin pedir opinión a la dirección de ETA, que probablemente le habría desaconsejado hacerla. La organización terrorista no tenía ningún motivo para dar tanto protagonismo a De Juana. Tampoco veía que se tratara de plantear en esos términos la acción reivindicativa de los presos.
Con su decisión de ponerse en huelga de hambre, De Juana situó a ambas partes –al Gobierno y a ETA– ante una situación muy difícil de gestionar. Otra cosa es que, tal como han evolucionado los acontecimientos, ETA haya acabado sacando partido propagandístico de ellos, lo que parece indudable.
Pregunta.– ¿Pero el Gobierno ha cedido o no ha cedido a un chantaje?
Respuesta.– Cuando se habla de chantaje, se da por supuesto que al chantajeado se le está planteando que, si quiere evitar el mal con el que se le amenaza, ha de hacer algo impropio, si es que no ilegal. No es el caso. El Gobierno de Zapatero ha actuado en este caso de modo perfectamente legal, puesto que la solución que ha elegido entraba dentro de sus atribuciones y ha contado con el aval del juez encargado del caso.
Se trata, pues, de una decisión conforme a Derecho. Otra cosa es que pueda considerarse políticamente incorrecta, e incluso incorrectísima. Eso ya depende de los planteamientos y los deseos del que opina.
Zapatero se encontraba en una situación pésima, obligado a elegir entre dos males. Podía optar por dejarlo todo tal cual, resignándose a la posibilidad de que De Juana muriera, tal como hicieron en su día Felipe González y Margaret Thatcher. (Por cierto: algunos deberían recordar lo que dijeron de Felipe González en 1990, cuando no impidió que el preso de los GRAPO José Manuel Sevillano muriera tras una muy prolongada huelga de hambre.)
La otra posibilidad que tenía Zapatero, que es por la que finalmente se ha inclinado, comportaba también notables inconvenientes. Él ha considerado que menores.
Pregunta.– ¿Hubiera podido el presidente del Gobierno escapar de este avispero?
Respuesta.– Sí, aunque sólo en parte. Recordemos que todo este penoso episodio se inició cuando se supo que De Juana, en aplicación del Código Penal anterior, había cumplido ya su condena por 25 asesinatos e iba a quedar en libertad. El entonces ministro de Justicia, López Aguilar, aseguró que había que evitar como fuera que eso sucediera, para lo cual estaba dispuesto –dijo– a «construir nuevas imputaciones» ad hoc. Es lo que se hizo, forzando el procesamiento de De Juana por dos artículos publicados en Gara.
O sea: para evitar una reacción adversa del PP y de determinados sectores de la opinión pública hostiles por principio a la excarcelación de De Juana, se realizara por las razones y en las condiciones que fuera, el Gobierno inició un camino de irregularidades jurídicas que lo único que ha hecho es devolverle al punto de partida, sólo que un año después y en peores condiciones.
Es una piedra en la que este Gobierno no para de tropezar desde 2004: una y otra vez, evita tomar determinadas decisiones por miedo a la reacción airada de la derecha, sin asimilar que la derecha le va a poner el grito en el cielo en todo caso, haga lo que haga, tome esas decisiones, otras o ninguna.
Pregunta.– ¿Es ésta, como se está diciendo, la primera vez que un Gobierno democrático se inclina ante el chantaje de ETA?
Respuesta.– Ya he dicho antes que no creo que pueda hablarse en este caso de rendición ante un chantaje. Pero, aunque cupiera calificarlo así, no sería tampoco la primera vez que sucede. ¿Es que aquí ya nadie recuerda que el Gobierno de Adolfo Suárez pagó en 1979 el rescate de 200 millones de pesetas que ETA exigía para poner en libertad al secuestrado Javier Rupérez? Según se filtró después, el pago se hizo con cargo a los presupuestos de RTVE. Es decir, que el Gobierno de España entregó a ETA dinero público. ¡Eso sí que fue ceder a una extorsión, en el sentido más literal del término!
Pero no pidamos ni rigor intelectual ni respeto por los hechos a quienes ya han demostrado su irrefrenable tendencia a «construir imputaciones». También contra Zapatero. Digo mal: sobre todo contra Zapatero.