El boletín gratuito El Periodista Digital tiene cosas positivas.
Pongo en su haber, en particular, que llame la atención sobre noticias aparecidas en diversos medios, españoles e internacionales, que quienes leemos periódicos por nuestra cuenta, por sistemáticos que seamos y tiempo que dediquemos a la tarea, no estamos en condiciones de abarcar.
En su debe hay que colocar –o por lo menos yo coloco: allá cada cual con sus gustos– su marcada inclinación por el tratamiento frívolo de los acontecimientos serios y su gusto por los acontecimientos directamente frívolos. También su nada disimulada línea derechista. Muy derechista, casi siempre.
En el capítulo de su gusto por las frivolidades habrá que incluir, supongo, el reportaje que difundió ayer bajo el título Las perlas de Bush y otras pifias patrias, en el que daba cuenta de algunas afirmaciones absurdas y estrafalarias supuestamente pronunciadas por diversos políticos.
Empezaré por reconocer que estoy ya desde hace tiempo hasta los mismísimos de esas colecciones de despropósitos que se atribuyen a unos u otros políticos y que jamás aportan las referencias necesarias de cada gazapo, a saber: cuándo fue soltado, dónde fue soltado y qué medio de comunicación lo recogió en su momento. Mi mosqueo tomó cuerpo muy sólido cuando comprobé que hay algunas frases tontas que, a lo largo de los años, han sido atribuidas con el paso del tiempo a varios personajes. Los presidentes de los EEUU se llevan la palma: de creer en esas tan recurrentes como celebradas colecciones de deslices, hay tonterías que han sido dichas sucesivamente y con las mismas palabras por Ford, Reagan y Bush.
En el reportaje de El Periodista Digital de ayer se incluyen, como es de lamentable rigor, algunas de esas frases de origen harto dudoso (por ejemplo, la de Esperanza Aguirre: «Nunca he leído a Sara Mago». Después de muchos años, sigo sin encontrar a nadie que certifique en público y comprometiendo su palabra que él se lo oyó decir tal día y en tal sitio).
La particularidad que aporta la enésima versión de lo mismo que sirvió ayer El Periodista Digital, y quizá la más triste, es la inclusión en la lista de algunas frases supuestamente tontas que no tienen nada de tontas pero que se ve que han sido tomadas por tontas por alguien que las ha oído... y no las ha entendido.
Me ha resultado particularmente llamativo que se clasifique como pifia –subrayada además como pifia que alcanza «cotas de expresión inusitadas»– una afirmación de José Luis Rodríguez Zapatero: «Me nacieron en Valladolid». Aparte de que la humorada no tiene nada de inusitada (el «on est né quelque part» sirvió incluso para título de una canción antixenófoba en Francia hace ya bastantes años), está el hecho de que ni siquiera cabe considerarla en rigor como boutade. Si bien se mira, nacer es uno de los verbos menos intransitivos de entre los verbos intransitivos de la lengua castellana. Y no sólo porque los humanos necesitemos bastante ayuda para venir al mundo –no es algo que nos arreglemos fácilmente para hacer por nuestra cuenta–, sino también –y a eso apunta la intención irónica de la frase– porque no es el resultado de una decisión nuestra. (Son incontables los millones de adolescentes que a lo largo de los siglos han escupido a sus progenitores: «¡No me pedisteis permiso para traerme al mundo!»).
Es lo malo que tiene dedicarse a hacer un periodismo de jijí-jajá, como éste: que en el camino uno puede dejarse las normas más básicas del periodismo, como contrastar las presuntas informaciones y tomarse el trabajo de reflexionar sobre ellas y documentarlas.
Aunque en eso El Periodista Digital, que tanto empeño pone en que se le trate como a los periódicos de verdad (es decir, de pago), demuestra estar a la altura que pretende: cada vez es más habitual toparse en la prensa presuntamente seria con supuestas informaciones que nadie se ha tomado el trabajo de contrastar y que denuncian como escándalos sucesos que no tienen nada de tales.