Dicen las malas lenguas –que con mucha frecuencia son calificadas de “malas” tan sólo porque se atreven a hablar– que no es la dirección central del PSOE en pleno la que se opone al pacto de los socialistas navarros con NaBai e IU, sino tan sólo el núcleo duro ligado al secretario de Organización, José Blanco, que se habría empecinado en ese rechazo por una especie de sostenella y no enmendalla. Pretenden que Blanco trató en su momento de impedir el acuerdo de los socialistas catalanes con Esquerra Republicana, que no lo logró y que se ha tomado como un asunto personal que no vuelvan a darle sopas con honda.
Lo que sí resulta palmariamente cierto es que los argumentos que Blanco maneja de cara a la galería para rechazar el acuerdo “de progreso” (o sea, anti-UPN) de los socialistas navarros ni siquiera alcanzan la categoría de argumentos.
Pretender que el PSOE tiene diferencias programáticas muy importantes con NaBai es una bobada por partida doble. Primero, porque NaBai e Izquierda Unida de Navarra han limado hasta la exquisitez todas las aristas políticas de sus respectivos programas a corto plazo para que el PSN no pueda temer el menor arañazo. Segundo, porque a los dirigentes del PSOE los asuntos de programa siempre le han parecido secundarios. Es en lo poco que siguen siendo marxistas, si se me permite la humorada. Carlos Marx escribió en su Crítica del programa de Gotha que “cada paso en el movimiento real vale más que una docena de programas”. El PSOE considera que cada chanchullo en el movimiento real tiene más valor que una docena de acuerdos programáticos.
El otro gran “argumento”, según el cual pactar con NaBai perjudicaría sus posibilidades en las próximas elecciones generales, me parece aún más endeble. No creo que a los electores socialistas del Ebro para abajo NaBai les parezca peor que el Bloque gallego. Y no peor, desde luego, que Esquerra Republicana de Catalunya.
La idea que yo me hago es que el temor que mueve a la cúpula del PSOE a obrar como lo está haciendo en el caso de Navarra es el de que su partido ofrezca una imagen de reino de taifas, en el que cada organización local hace de su capa un sayo, obrando a su libre albedrío, sin que el mando central pinte nada, y que están intentado dar la impresión de que son un partido unificado (o sea, centralizado), así sea a costa de sacrificar las expectativas de una organización regional cuyo peso cuantitativo les parece decididamente menor.
Y todo ello para no ofrecer ese flanco a la crítica de la derecha. A la derecha del PP… y a la que albergan en su propio partido, con los Rodríguez Ibarra, Bono y otros Vázquez como referentes ideológico-políticos.
Lo cual es otra doble majadería. Primero, porque esa crítica carece de fundamento, y es posible demostrarlo sin demasiado esfuerzo. Y segundo, porque toda esa gente les va a dar la matraca en cualquier caso, hagan lo que hagan.
Que José Blanco es un pésimo paladín de Zapatero no me ofrece ninguna duda. Pero supongo que nadie pensará en serio que Blanco se ha nombrado secretario de Organización él mismo.
Está ahí porque Zapatero lo quiere.
Las pifias de Blanco son pifias de los dos.
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Nota de régimen interno.- Reitero a quienes me están escribiendo estos días haciéndome propuestas, formulándome consultas, pidiéndome colaboración para esto o lo otro, mandándome textos, etc., que estoy en Canarias, inmerso en la coordinación de unas jornadas y haciendo un montón de "relaciones públicas", ocupado todo el día y en unas condiciones informáticas deplorables.
Por favor: dejad todos esos asuntos por lo menos hasta el lunes próximo, porque en estos momentos sólo sirven para abrumarme, sin más resultado práctico que ése.