1ª) «Los islamistas tratan de imponernos sus tabúes. Si su religión les prohíbe caricaturizar a Mahoma, es su problema. Nosotros no admitimos tabúes. Entre nosotros hay libertad de expresión: todo puede ser materia de caricatura o de burla. ¡Incluso Dios!»
Falso. Lo que sucede es que nuestros tabúes los tenemos tan interiorizados que ni siquiera los percibimos como tales. Imaginemos que, al hilo de las noticias sobre actos de pederastia cometidos por miembros de la Iglesia católica, alguien hubiera publicado caricaturas en las que aparecieran el Papa o el mismo Cristo en actitudes propias de tales prácticas. ¡El escándalo habría sido enorme! Y con razón.
Ahora bien: no cabe exigir imperiosamente respeto para las figuras más identificadas con las creencias católicas y, a la vez, considerar una nimiedad que se retrate a Mahoma con una bomba por turbante y un puñal en la mano. Lo que vale para una religión ha de valer para todas.
2ª) «Nuestras democracias occidentales no aceptan que se prohíban las burlas sobre asuntos religiosos. Aquí no funcionamos así».
Igualmente falso. No sé si todos, pero al menos varios códigos penales europeos castigan las actitudes ofensivas para los que profesan una u otra fe religiosa. Porque las religiones podrán importar poco, pero quienes las practican tienen derechos que es obligado respetar. El artículo 525 del Código Penal español dice: «Incurrirán en la pena de multa de ocho a doce meses los que, para ofender los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa, hagan públicamente, de palabra, por escrito o mediante cualquier tipo de documento, escarnio de sus dogmas, creencias, ritos o ceremonias, o vejen, también públicamente, a quienes los profesan o practican.» (Recordemos que, en una interpretación a mi juicio muy abusiva de este precepto legal, Pasqual Maragall y Josep-Lluís Carod-Rovira tienen pendiente una causa judicial por haber bromeado colocándose una corona de espinas a la hora de sacarse una foto turística cerca del Gólgota.)
Quienes han publicado en España las caricaturas burlescas de Mahoma podrían ser perseguidos por la vía penal en conformidad con ese precepto.
3ª) «Los islamistas tienen una cultura muy dada al empleo de la violencia en nombre de su Dios. En las democracias occidentales hace ya muchos siglos que no se quema a nadie por hereje.»
Falso también. George W. Bush declara guerras e invade países en nombre de Dios. Ha llegado a pretender que es Dios mismo quien le anima a actuar de ese modo. El Dios de los cristianos sigue siendo invocado para matar, y para matar en masa, mucho más de lo que se mata en nombre de Alá.
Es cierto que en muchos países de la ribera sur del Mediterráneo y del espacio que media entre el Mare Nostrum y China se invoca la fe islámica para hacer toda suerte de barbaridades. Quizá la palma se la lleve Arabia Saudí, que es –vale la pena subrayarlo– dilecto aliado de los EEUU (y de España). Pero habrá que reconocer en todo caso que, si actúan así, no lo hacen porque renieguen del ejemplo de tolerancia y amabilidad que les ofrecieron las potencias occidentales durante los muchos años en los que ejercieron de ocupantes colonialistas de aquellas tierras. Mantienen viva una vieja tradición.
Y tampoco hagamos como si en el viejo continente la libertad de conciencia estuviera sólidamente asentada desde 1789. Conviene recordar que el nazismo y el fascismo fueron productos made in Europe. Y que el franquismo fue cosa de Europa. Igual que el salazarismo. Y que la Grecia de los coroneles. Y...
La Historia no transcurre en blanco y negro. El mundo actual es muy propenso a los tonos grises. Tal vez por las cenizas.
Nota de edición: Javier publicó una columna de igual título en El Mundo: Objeciones objetadas.